«Planteadido», de Victorino Martín.
Lidiado en segundo lugar y primero del lote de El Cid, fue lo mejor de la tarde. Toro bravo, que tras un correcto comportamiento en varas se vino arriba mostrando fijeza. El diestro de Salteras consiguió cuajar algunos momentos brillantes en una faena desarrollada en su totalidad en los medios. Faena larga, cada vez con mayor intensidad, que llegó a los tendidos. El público de forma mayoritaria comenzó a solicitar el indulto. El presidente, afortunadamente, quizás el último rescoldo de un Logroño taurino serio, aguantó el tipo, negó el indulto, y ordenó en varias momentos a El Cid que ejecutase la suerte suerte. El torero, en un absoluto desprecio por la autoridad, alargó la faena. Tras dos avisos entró a matar. Estocada trasera. Fue premiado con dos orejas y «Planteadito» con una merecida vuelta al ruedo. ¿Se merecía «Planteadido» ser indultado? Creo que no y, en cualquier caso, este tipo de situaciones tienen fácil solución. Basta con volver a sacar el caballo y ver el comportamiento del animal. La suerte de varas es el mejor instrumento para medir la bravura, algo difícil de comprender para un público festivo, amante de la tauromaquia 2.0, que ha confundido calidad con cantidad y bravura con movilidad. El quinto de la tarde fue otra cosa, sin ser un toro excesivamente peligroso, sí puso en serios aprietos a El Cid, que acabó mostrando su carencias como matador.
Autor: Juan Infestas Perez