El comunicado oficial dice que la suspensión ha sido provocada por un rebrote de coronavirus. No hay nada más importante que la salud. Indudablemente. Sin embargo, el jueves pasado el cine de verano se celebró sin problemas en la plaza de toros, el viernes pasado un concierto, y ayer mismo un mercadillo, pero suspende una corrida de toros alegando que no tenían efectivos suficientes para controlar el aforo y que se cumplieran las medidas de seguridad. El alcalde les dio vacaciones el miércoles pasado a la mayor parte de los municipales.

Me suena a excusa barata. A una cortina de humo. La comunidad de Madrid aconsejaba la suspensión, pero no la imponía. La misma carta fue enviada al ayuntamiento de Ávila días antes de celebrar su feria, en julio, la diferencia fue que el ayuntamiento siguió para adelante. ¿Por qué en Miraflores de la Sierra el alcalde ha claudicado tan rápido? ¿La gran amistad con Victoriano del Río ha tenido algo que ver?

Ya la clase de torero de salón, programada para el 1 de agosto, se vio obligado a posponerla. Una cita organizada por la asociación cultural de Miraflores de la Sierra, donde Javier enseñaría a los niños la esencia del toreo.

Evidentemente hay algo raro detrás de la suspensión. Aunque lo cierto, que muchos taurinos han intentado boicotear la corrida desde el principio. Primero algunos empresarios, intentaron hacerse con la plaza. Cuando ninguno lo consiguió, porque el ayuntamiento no daba subvención, la defenestraron, boicotearon y dinamitaron. Ni comen, ni dejan comer.

El magnate del ladrillo, ganadero por ego y dinero, no ha heredado los valores de la tauromaquia. La honradez, integridad, respeto, son palabras que no se encuentran en su vocabulario. Un constructor metido en el campo bravo, para ser partícipe del ambiente taurino, del mundillo. Tal vez intentó meterse en el toro buscando la atención que en su profesión le negaban. Lo que le hizo a Javier Cortés, a la asociación taurina de Miraflores de la Sierra, a Manolo Campuzano, y al empresario de la corrida deja mucho que desear. La palabra es un contrato invisible que se firma con la verdad. Uno no está obligado a dar nada, pero si se accede por lo menos que sea algo digno, no la basura que te sobra en el campo.

Para colmo, Rafael Ayuso, programo la corrida de El Espinar, el mismo día que la encerrona de Javier Cortes. De Miraflores al Espinar hay unos 50 o 60 km. Es decir, lo hizo con la intención de hacerle una competencia directa. Al final, con la suspensión de la corrida de Miraflores han salido beneficiados, porque muchos aficionados que tenían destino la encerrona del pueblo de la sierra madrileña, acabaron en El Espinar. Que suerte.

Al final, el débil pierde, y los malvados se salen con la suya. La injusticia vuelve hacerse presente en un mundo, que últimamente es muy injusto con los humildes. Javier Cortés lo dio todo por sacar adelante esta corrida. Invirtió en el alumbrado, acondicionamiento, cartelería, y muchas cosas más. Toda la ilusión, esfuerzo, perseverancia y valentía, tirada a la basura. ¿Qué ganan algunos intentando hacer daño al prójimo? Un torero que ha pagado con sangre en esta profesión, y que solo anhelaba reaparecer. Mucho daño en un Mundo que debería estar más unidos, pero siempre priman el interés propio.

Por Juanje Herrero