Todos los veranos, los equipos de fútbol se mueven en el mercado de fichajes como pez en el agua con el fin de traer nuevos jugadores al club a la vez que se liberan de pesos muertos. Y los entrenadores dan minutos a los nuevos, para que puedan coger rodaje e intentar agradar al público. Toda la afición, pongamos la de Atlético de Madrid, se extrañaría si Joao Félix no jugase lo suficiente y pediría que le sacasen al campo. Pues en este mundo de los toros, el dejar un hueco a los nuevos parece algo poco menos que una barbaridad.

El aire fresco cada vez escasea más en el panorama taurino, y el lodo de las figuras actuales cada vez llega a cotas más altas. Las figuras del toreo cada vez duran más tiempo en la cumbre, y el por qué no nos acontece hoy, pero posiblemente sea por el toro actual, que no hace pasar fatigas. Pero el problema no son las figuras, o sí. La cantera de novilleros disminuye y el número de novilladas entra en números rojos, y menos mal que en el mes de septiembre varios pueblos de España realiza un excelente trabajo organizando ciclos de novilladas, en los cuales podemos también encontrar la variedad de encastes que tanto pedimos los aficionados. Pero he ahí otro problema. Los novilleros actuantes, salvo en casos aislados, son chavales con poco currículum, y se ven desbordados con novilladas como una de Sobral, sin irme a ganaderías catalogadas en poco menos que demonios por los cómodos.

El hipocentro del problema es el enorme gasto que supone organizar un festejo de este calibre. Los seguros, permisos, cuadrillas y demás pérdidas no son compensadas con lo que se recauda en las taquillas. Entonces visto esto, la solución más rápida que se me viene a la mente para abaratar ese coste es reducir considerablemente el número de actuantes en cada cuadrilla. En las novilladas con un picador y dos subalternos por cuadrilla es suficiente, y con esta reducción te ahorras pagar el sueldo de 9 personas. Y esta medida se podría aplicar para las cuadrillas de matadores en plazas de tercera y segunda, donde sólo es necesario un puyazo y las dimensiones de los ruedos no son grandes. Esta norma estaría acompañada de la facilitacion de que un picador que está a las ordenes de un torero pueda reemplazar al de un compañero en caso de un accidente.

Luego el precio de las entradas también tiene que ver. La gente se echa para atrás al ver precios algo caros si no van a ver a figuras o toreros de renombre. Bajar los precios podría atraer también a más público, asqueado muchas veces por la pesadez de estos festejos. Que esa es otra, la frialdad de muchos novilleros, que parece que no se juegan la firma de nuevos contratos.

Y para rematar, las grandes empresas no acaban de apostar por las novilladas en las grandes ferias. Madrid y Sevilla son plazas en las que se dan un montón de oportunidades (no se espera menos de estas plazas). Pero es una vergüenza que plazas como Bilbao carezcan de novilladas. Esto debería ser exigido en los pliegos de condiciones de todas las plazas de toros de primera y segunda categoría, la organización de al menos una o dos novilladas, dependiendo del rango de cada plaza.

La renovación del escalafón es necesaria para mantener viva esta fiesta, y sólo se puede llevar a cabo organizando novilladas para que los chavales puedan torear y adquirir experiencia. Y nosotros tenemos la obligación de mantener estos espectáculos, acudiendo a las plazas y poder ver como está el panorama novilleril. Veremos lo que nos depara el resto del verano…

Por Quique Giménez