Por Juanje Herrero

Ayer, durante el programa “Go Talent” de Telecinco, salió al escenario un grupo de cuyo nombre no quiero acordarme, pero con la estampa antitaurina colgada durante su representación. Imagino que la única manera de ser recordados es buscar la polémica, y tener su minutito de fama.

En un principio, cuando saltaron al escenario, el espectáculo era una simple alegoría de la lidia, donde toro y torero se recreaban en la idiosincrasia de la tauromaquia. Al final, el torero “claudica” y para asegurarse que su mensaje era animalista, mascotista y antitaurino, en cada lado del escenario había un mensaje que ponía “El arte crea no destruye”.

Una adaptación tergiversada, con el único propósito del aplauso fácil y empatizar con el declarado antitaurino Risto Mejide. Sinceramente “mejode” que este tipo de artistas quieran atacar otro tipo de arte, por cierto milenaria, y que ha vivido, perpetuado, resistido y ha sido embajadora de España por el resto del mundo.

Este personaje que se llama Risto Mejide, que ha sido más conocido por su polémica y no por su profesionalidad. Envuelto en decenas de discusiones y disputas, porque es anti todo, pero sobre todo ante coherencia. Este tipo de personas que no tienen respeto,  y solo valoran su libertad de expresión y no la de los demás. Enjuiciando a la tauromaquia por su simple desconocimiento, y su gusto personal. Es libre para ser antitaurino, pero no es libre para faltar el respeto a la tauromaquia. Su función en el programa es valorar la actuacion, no soltar su propaganda antitaurina, sembrar de oído, y difuminar ante millones de personas  su ideología, y esa inquina que le sale por la boca cada vez que habla de alguna tradición española. Profesionalidad tiene la justa para pasar el día, al igual que su compañera Paz Padilla, que nunca ha predicado con el ejemplo, y que nos la ponen en Telecinco hasta en la sopa.

El mundo taurino, los aficionados y la misma tauromaquia está cansada de las reiteradas faltas de respeto de una sociedad que promueve la libertad, pero que es más dictatorial que nunca. Que no aceptan la diferencia, ni valoran el patrimonio tradicional que supone la tauromaquia, por no hablar del fenómeno ecológico, económico y cultural.

Triste verdad, Telecinco y su incultura. Una televisión amarillista, de aplauso fácil, para generar zombies y adoctrinar personas. El mascotismo es evidente y la falta de valores, principios, ética y moral quedan patente en muchos programas de la casa creada en los años 90.

El sentimiento taurino está más unido que nunca, hay que seguir trabajando por el fomento y la defensa –Ante los talibanes animalistas y el desconocimiento-. Es el momento de dar el paso definitivo para asegurarnos el futuro.