Llegará la noche del 5 de julio, la más mágica del año, pero en esta ocasión, no habrá nervios que no nos dejen dormir por la emoción.

Será una noche llena de tristeza.

Amanecerá el esperado 6 de julio. Nos levantaremos y no tendremos preparada nuestra ropa blanca, ni nuestro fajín, ni nuestro pañuelo.

El reloj del Ayuntamiento dará las 12 del mediodía, y nuestra Ciudad estará vacía, nadie lanzará ningún cohete, y el momento más triste: no nos anudaremos nuestro pañuelo al cuello.

Este año, nuestros Reyes no se hospedaran en Corrales del Gas de La Rotxapea. Y cuando las estrellas caigan sobre Iruña, ningún Toro, ninguno, cruzará el río Arga camino de Santo Domingo.

Ninguna noche se iluminará el cielo de colores, llenando de ilusión a los más pequeños, mientras despedimos un día y damos la bienvenida al siguiente.

El día 7, sí, será San Fermín,  lo será pase lo que pase. Pero no saldrá de su Capilla. No le podremos aplaudir en su paseo por las calles de su querida Ciudad y también la nuestra. No podremos oír su jota, cantada desde el corazón y con todo el cariño que sentimos hacia Él,  y ni Él mismo ni nosotros, nos podremos emocionar en este momento, quizás el más emotivo de todos los SanFermines.

Ningún día, ninguno, los niños podrán reír, jugar y los más temerosos llorar con los Cabezudos, ni los más mayores podremos regresar por unos minutos a nuestra infancia siendo perseguidos por Cara Vinagre, Patata o el Barbas…

No veremos danzar a los Gigantes por las calles, con esa maestría que lo hacen y que nos dejan a todos con la boca abierta, vitorear a Braulia, capaz de dar vueltas y vueltas sin parar…Y tampoco el día 14 nos podremos despedir de la Comparsa al completo, tanto mayores y pequeños con lágrimas en los ojos mientras los gigantes recogen con ilusión los chupetes de los niños y los Cabezudos se asoman  a los balcones para decirnos «Hasta luego», nunca «Adiós» ya que nos reencontraremos año tras año.

Ningún día, a las ocho menos cinco de la mañana, se cantará a San Fermín para pedirle su protección durante el encierro porque minutos después, a las 8, serían los Hierros de Miura, Cebada Gago o Fuente Ymbro los que tomarían las calles de Iruña, en un paseo triunfal demostrando todo su poderío.

No habrá almuerzos cada mañana después del encierro, ni vino ni txistorra, ni patxarán con los amigos, ni visitas al Café Iruña para saludar al eterno Hemingway.

Cada día a las 5 de la tarde no nos juntaremos en la Plaza del Ayuntamiento para esperar a los Alguaciles, La Pamplonesa y saludar a los caballos, un poco hartos a veces de tanta gente, y seguirles junto a Las Peñas a la Plaza De Toros, entonando alegres cánticos y preguntándonos unos a otros que llevamos de merienda.

A las 6.30 de la tarde, no llegara el momento más esperado por la mayoría. No habrá paseíllo, ni Alguaciles intentando chocarse, ni Matadores que se jueguen su vida, ni tercios de banderillas que levante el reconocimiento de toda la Plaza, ni Faenas de Cayetano, Antonio Ferrera, Rafaelillo…en las que se vibre de emoción; y es que la Plaza de Pamplona es una olla siempre a punto de explotar de emociones y sentimientos.

Durante la Corrida no cantaremos ni «Sabor de amor», ni «Un beso y una flor»… ni las canciones preferidas por todos y que canta la plaza entera a voz en grito, «El rey» y «La chica ye ye»

No habrá meriendas para compartir entre todos, ni nuevos amigos que hacer que serán ya para siempre.

No podremos bajar a las Barracas a disfrutar de un algodón de azúcar y pasar vértigo sólo con observar algunas de las atracciones y mientras subimos de nuevo al Casco Viejo encontrarnos por sorpresa con alguna de Las Peñas, que siempre nos sacan una sonrisa con su música y su alegría y por qué no unirnos una vez más a cantar junto a ellas «El rey».

Llegará el día 14 y al terminar la Corrida, las 22.000 personas que llenamos durante 10 días nuestra Plaza, no nos podremos despedir de la Feria del Toro entonando juntos, abrazados, con la tristeza de saber que es el último día y los sentimientos a flor de piel, nuestro Riau Riau.

Y esa noche, la del 14 de Julio, el día más triste de San Fermín, pero a su vez, el más bonito y emotivo, no nos podremos quitar nuestro pañuelo, y junto con la vela, despediros con el Pobre de Mi. Y no….tampoco podremos ir después a la Capilla de San Lorenzo a ofrecerle el pañuelo a nuestro querido San Fermín y pedir que al año siguiente podamos todos estar aquí.

Esto es San Fermín, gentes de diversos lugares, con ideas, costumbres y banderas diferentes pero unidas para celebrar las MEJORES FIESTAS DEL MUNDO ¡NUESTROS SAN FERMINES!

Sólo sé que Las Fiestas del 2021 serán más especiales que nunca, más emotivas si cabe, y las recordaremos de una forma especial.

Cuando llegue el 6 de julio del año que viene, nuestro ¡Viva! y nuestro ¡Gora! serán más fuertes que nunca.

¡¡VIVA SAN FERMÍN!!

¡¡GORA SAN FERMÍN!!

Por Nadia Muga y Roberto de Gregorio