Nuestra entrañable Raquel Montero nos hace la crónica de lo que sucedió en la alternativa del diestro Carlos Aranda en Manzanares y, lo que es mejor, nos muestra sus sentimientos porque, como nos cuenta, todo lo que sucedió en aquella inolvidable tarde le pellizcó el alma. Mil gracias, querida Raquel.
Pocos son los privilegiados que pueden pellizcar el alma del aficionado, ayer en Manzanares lo logró Juan Ortega en la alternativa cumbre de Carlos Aranda. Morante de la Puebla quiso pero no pudo. Los de Castillejo de Huebra fueron el ingrediente principal. De siempre se ha dicho que sin toro no hay toreo y hubo toro y toreo.
El escritor español, Noel Clarasó dijo: «sueña al soñar; pero, al obrar afirma los pies en el suelo». Cuántas noches habrá soñado Carlos Aranda en cómo sería su alternativa, cuál sería el cartel, en ese toro que saltara al ruedo y embistiera desde el primer momento, sobre todo, que no dejara de humillar. Pues ayer fue el día de hacer realidad su sueño, de impregnar con su torería ese albero que encierra tanta historia, y afirmar los pies en el suelo para que se hiciera realidad su sueño.
Pasadas veinticuatro horas desde que tomara la alternativa, podemos decir que sigue en la retina cada una de las faenas que se dibujaron con trazo fino en el albero. Mira que es difícil que eso cuando el adoctrinamiento de muletazos está a la orden del día y sales de la plaza igual que has entrado, sin llevarte nada, sin sentir en el alma el toreo. Ayer se conjugó todo, fue una sincronía total: entre toreros, ganadería, público y sobre todo el que manejó la batuta, el empresario, que sin su apuesta no hubiera sido nada posible.
La posibilidad para que el arte fue la simbiosis que existió entre toro y torero, salvo el cuarto que desdibujó la tarde triunfal de la terna, ya que Morante tuvo que abandonar el coso a pie.
Si soñar el toreo es lancear como recibió a la verónica Aranda a «Aldeanito» sigamos soñando y que nos lo siga haciendo soñar puesto que su expresión al lancear fue muy bella. Una vez que intercambio los trastos con su padrino supo asentar las zapatillas y ofrecer un toreo de calidad, dejando unos pasajes inolvidables al natural donde alargó la embestida y supo sacar provecho del celo de su oponente. Con todas las ganas se tiró a matar para rubricar su obra, se quedó en media en todo lo alto para pasear una oreja en su doctorado.
Sería en el que cerraba plaza donde la estocada le otorgaría el corte de las dos orejas, mostrando un toreo en el que gustó y se gustó. Buena faena por ambos pitones aunque su adversario fue más flojito.
En una tarde tan importante no podían faltar los brindis. El primero a su familia, a su padre y hermano que estaban en el callejón ayudándolo como tantas otras tardes. Si ese fue emotivo por lo que suponía, más lo fue en el que cerraba plaza, brindis a Manuel Amador a través de su hijo. Amador padre no pudo ver la alternativa de su poderdante, pero sí su hijo que lo recibió con mucho gusto y emoción.
El colofón final de una noche cargada de sentimientos y sensaciones lo puso Valentín Cuevas. Este gran torero de plata que ha inculcado su pasión y respeto por esta profesión a todos los toreros de la tierra con los que ha ido y desde el principio de su carrera acompañó a Aranda. No podía faltar en un día tan importante para su torero, tenía claro que era su última tarde, por ello su hijo le cortó la coleta. No hay que olvidar el último par que puso reuniendo y clavando en lo alto.
La tarde tuvo dos triunfadores. Estoy segura que ayer los pocos que no conocieran el toreo de Juan Ortega se hicieron ‘Orteguistas’. No se puede torear con más arte, con más torería, con más elegancia que lo hizo von sus dos astados Juan Ortega.
El mejor toro de la corrida fue el sobrero que saltó al ruedo como tercero bis que lo toreó con mucho primor a la verónica con su estilo personal. Cuajó un magnífico quite a la verónica. Con mucha torería y arte supo sacarse al burel a los medios con una despaciosidad que enamoró. Muy firme ligando las tandas y entendiendo al toro a pesar de que a veces cambiaba las embestidas. En las manos de Ortega el de Castillejo de Huebra fue a más y permitió templarlo al natural en la que el torero abandonó el cuerpo y sintió. Lástima que la estocada no llegara al primer intento que sino los máximos trofeos hubieran paseado. Dos orejas.
Si ya en su primero dejó una sinfonía melódica de gran toreo, no bajó el diapasón y encajó un ramillete de verónicas en el saludo, para luego llevarlo galleando por chicuelinas al caballo. Elegancia en la faena con su torería característica, con un compás exquisito sabiendo exprimir la embestida del toro que no tenía el celo que su hermano, y por ello la incomprensible vuelta al ruedo a este ejemplar por parte del presidente. Estocada a pesar de las dificultades que le planteó. Dos orejas más para su esportón.
Morante de la Puebla mimó mucho a su primero, alguna verónica regaló al igual que el sabor que imprimió en el inicio de la faena. Lo mejor llegó al natural en la que el toro se dejaba más y Morante expresó su toreo con su despaciosidad característica y de buen gusto. Oreja que paseó.
Con una larga recibió al cuarto, poco más se pudo ver. Con la muleta fue breve lo probó por ambos pitones sin llegar a alargar más la faena. La entrada a matar fue rápida sin fortuna, por ello recibió unos leves pitos porque había ganas de ver a Morante y que tocara pelo de nuevo.
Se desmonteraron en el primero de la tarde Miguelín Murillo y en el tercero Jorge Fuentes.
Se lidiaron toros de Castillejo de Huebra y uno de José Manuel Sánchez (sexto), bien presentados, muy parejos, nobles y de buenas hechuras.
Raquel Montero
En las imágenes vemos a Carlos Aranda saliendo en hombros junto a Juan Ortega, el momento de su alternativa y dos bellos pasajes de la creatividad de Juan Ortega que, según los lugareños, se hablará durante mucho tiempo de la actuación del diestro de Sevilla, Juan Ortega.