• Mala corrida de Adolfo, salvándose un quinto toro.

Tal vez algún día comprenda como Escribano se fue de Zaragoza sin una oreja ganada a ley, pedida con fuerza por los aficionados, y rubricada con una gran estocada en la tarde del 9 de octubre de 2019 con la corrida de Adolfo. Probablemente seré uno de los aficionados más duros y difíciles de agradar que pululan por las plazas europeas – América no voy, porque para disgustos prefiero los que me dan en España-, que está harto de las orejas regaladas, de las orejas vacías, y de los triunfalismos. Pero en esta ocasión no tengo más que subrayar lo obvio  y justo. Una oreja robada cambiada por dos vueltas al ruedo muy jaleadas, aplaudidas y festejas.

Justo delante de mi estaba el mítico crítico taurino “Barquerito”, que desganado asentía cuando le comentaba como Adolfo Martín ha perdido la frescura de principio de siglo para unirse a la decadencia actual. Una decadencia donde el triunfalismo se apodera del espectador nobel, y del palmero del clavel, cada vez que una espada entra en el lomo de un morlaco. La sin razón del actual matón que no es otro que la figura actual, que ejerce un ejemplo lamentable para generaciones posteriores, que a la vez son influenciadas directamente por esta edulcorada tauromaquia, de arte sin emoción.

Con muchas calvas en el ruedo, y un clima agradable, Zaragoza volvía a vestirse de gala para recibir a los Adolfo, después del recital de Tomás Rufo de ayer. Una tarde marcada por la apatía y el aburrimiento, hasta el quinto toro, que sin ser un torrente de bravura, nos aportó algo más que bostezos y suspiros. Con Manolito Escribano dejando una buena sensación, con una actitud irreprochable, desde principio a fin, el público de Zaragoza, despertó del letargo de los 4 primero animales. Una Porta gayola, seguida de una larga cambiada, y un ramillete de verónicas alborotó el gallinero. En banderillas llegó la mayor ovación de la tarde, y fue en el tercer par, por dentro de tablas, donde Escribano encontró el apoyo del aficionado, y el reconocimiento de la grada. Con el péndulo comenzó la faena de muleta desde los medios, un Adolfo que transmitía, con recorrido y noble que acabó rajándose. Dos buenas tandas, ligadas, pero sin rotundidad, y naturales de mérito pero sin llegar a emocionar. Un Estoconazo, y dos vueltas al ruedo, ante la negativa del apéndice ganado por el global de la faena. Bronca monumental para la presidenta. En el primero, justito de fuerzas y a la defensiva lo intentó, pero sin suerte.

Buena tarde nos regaló Alberto Álvarez, que estuvo en torero, luciendo capote y muleta con verdad, y con ganas, muchas ganas. La experiencia es un grado, o tal vez la madurez, pero para torear 3 tardes en esta temporada, paró, templó y mandó a los dos mansurrones de Adolfo, teniendo en su primer oponente lo mejor de la tarde. Sin llegar a tocar oreja, le supo sacar lo mejor de un toro, que tenía muy poco. Para rematarlo con ¾ de espada. En su segundo, soso y delicado, lo toreó con gusto y suavidad, sin llegar a tener repercusión en el tendido, pero tuvo los mejores muletazos de la tarde. Con cadencia, rematando detrás de la cintura. Tal vez, deberíamos apuntarnos este nombre, para un futuro inmediato.

Daniel Luque llegó a Zaragoza después de 3 años sin pisar el albero de la capital Aragonesa. Una tarde de esfuerzo, se presupone por el sudor, y las caras que ponía. Una tarde que anduvo atento y con oficio en el segundo. Despegado y con el pico en el sexto, aunque intentó cruzarse siempre estuvo fuera de sitio, sin llegar apostar por el toro. No tuvo suerte con la espada.

Por Roberto García