En una temporada como la que hemos pasado, casi sin toros por culpa de las restricciones que nos ha traído el virus chino, sufriendo como consecuencia de ello las injustas ocurrencias que los políticos están teniendo para el sector -muchas de las cuales ni siquiera llegan a obtener el calificativo de cabales y sólo se sostienen por su terrible sesgo ideológico- terminando por los rigores de este duro invierno, se hace preciso mantener la moral alta como se pueda.

Para ello resulta de gran alivio muchos de lo que se encuentra por las redes sociales, convertidas en la práctica en un fluido canal informativo para quienes somos aficionados a los toros. En esos medios se puede hallar de todo y quiero traer a colación lo mucho que me gustan las publicaciones de una comunidad taurina para la promoción de la Tauromaquia y del toro bravo, que bajo el epígrafe Arte se hace llamar El Estoconazo. De sus diversas secciones considero de gran importancia el tiempo y el espacio que dedican a enseñar lo que son los toros a través de los testimonios, lo que demuestra que aquí no importa ni el sexo, ni el color, ni el credo, porque nuestro denominador común nace en la dehesa y demuestra lo que es en la plaza.

Para la actriz Sharon Stone los toros son la poesía de España, parte de nuestra cultura histórica y de los símbolos de este país. Por eso le encantan.

Los toreros tienen mucho respeto por el toro, el peor trato que se le puede dar es el de la compasión, según afirma el diestro José Miguel Arroyo “Joselito”. El filósofo Fernando Savater considera que el derecho tradicional se considera bárbaro el hecho de no distinguir entre lo humano y lo animal. Es bárbaro, tradicionalmente hablando, quien trata a otro de sus iguales como animales. Sólo un bárbaro no distingue entre un ser humano y un animal. El toreo es un asunto de libertad y es una opción que no es similar a la de atacar a los demás seres humanos o aprovecharse de su pobreza. El escritor Ernest Hemingway creía que las corridas son una institución española y existen a pesar de los extranjeros y los turistas, por lo que cualquier reforma que se hiciera para conseguir la aprobación de estos será un paso hacia la completa desaparición. Ni siquiera en ese momento se alcanzaría dicha aprobación.

Tampoco José Ramón Sarasa consideraba posible la existencia de otra especie animal que se asemeje al toro de lidia, por lo que este aporta a la cultura de un país como el nuestro. Joaquín Sabina no sueña que canta, sino que sueña que torea y es cantante por cobardía, porque lo que él quería realmente es ser torero. Yo escribo por lo mismo y para el francés Francis Wolff la bravura es la única justificación de la corrida y su mayor gloria.

No hay otro fundamento, porque sin bravura no hay embestida del toro y, por lo tanto, no hay corrida; sin bravura no hay tampoco ética, porque es en su lidia donde el animal se adecua a su naturaleza de bravo. A la bravura del animal responde el valor del hombre, de tal forma que bravura y valor son los dos pilares de las corridas de toros.

Para el médico y falangista Pedro Laín Entralgo, el torero es el oficiante de un rito ancestral que se ha hecho juego, así como para el escritor comunista y exiliado José Bergamín, torear es desengañar al toro, no engañarlo. Burlarlo, que no es burlarse de él. Los toros deberían ser el punto en que confluyan un sinfín de disparidades para poner de acuerdo a los discrepantes. Mucho hay que aprender. Que se den corridas de toros es fundamental, pero tampoco podemos dejar de dar la batalla de las ideas porque en ellas tiene su cimentación todo lo demás.

José Luis Barrachina Susarte