¿Os gusta escuchar flamenco en YouTube? Vaya pregunta y disculpadme por la retórica que sólo venía a cuento de cuestionar si alguna vez os cuelan propaganda entre canción y canción. ¿Verdad que eso no sorprende a nadie? Música gratis bajo el pago de tener que aguantar las cuñas publicitarias entre tema y tema, lo normal.

De los muchos acuerdos que existen entre Google –propietario del citado y popular canal de video- junto con diversas organizaciones que se aprovechan de la audiencia, hay algunos convenios que llaman la atención pero causa estupor la comandita entre los googleros californianos y los animalistas de Greenpeace: Hay humanos en mi bosque, así comienza el anuncio en forma de video que insertan al terminar unas bulerías de Estrella Morente y antes de que Camarón comience a cantarle a Cádiz por honda soleá. Si después sigues escuchando Pop de los Ochenta o cualquier otra cosa, más pronto que tarde volverán a aparecer los humanos por el bosque.

Todo lo que hagamos por cuidar el planeta siempre será poco y la explotación del aceite de palma no justifica que los orangutanes tengan que verse incomodados en su hábitat ni siquiera un segundo. Ni un milímetro cuadrado, pero tampoco es de recibo el planteamiento de esa campaña presentando al orangután como si fuese un ser humano y lo que es más grave, abusando de la publicidad subliminal para ir depositando huevas de animalismo en mentes sin capacidad de criterio y de las que después nacerán las larvas.

No quiero entrar ni en cómo deben ser las relaciones del ser humano con la Naturaleza, ni en las divergencias entre el fondo científico del cambio climático y su trascendencia política, ni en las sensibilidades que cada cual tenga para interpretar las unas y las otras, pero considero de primera necesidad que no se deben pisar los terrenos que pisan quienes se empeñan en presentarnos a los animales como personas, porque además de estar engañando a la sociedad también están provocando situaciones peligrosas tanto para el individuo como para la comunidad.

Que salga una chiflada dando de comer margaritas a una res no debería ser preocupante salvo que lo haga afirmando que se trata de un toro bravo, porque eso provoca que después haya destalentados que se tragan el timo y saltan al ruedo ante un toro de verdad, poniendo en peligro su vida.

También algunos documentales presentan la caza de una pobre gacela entre las zarpas y fauces de los leones, como un episodio trágico en el que sólo les falta poner la esquela de la difunta, relatando que deja un viudo y varias criaturas desamparadas. Cuando mi hija era pequeña y se sentaba conmigo para ver algún espacio de este tipo, sufría mucho acordándose de Bambi y me resultaba complicado explicarle que en ese momento sólo estábamos viendo la parte final de un episodio que siendo duro jamás puede considerarse como cruel, porque esos depredadores llevaban incluso días dándole vueltas a la manada de herbívoros hasta que por la selección natural de las especies, donde la más fuerte va soportando el asedio, la más débil termina sucumbiendo y cerrando así el ciclo de la vida en el que ninguna mala jugada ha tenido lugar. Pura Madre Naturaleza.

¿Os imagináis que la juventud española pudiera ver automáticamente el video del nacimiento de un becerro de Cuadri entre una canción de Rosalía y otra de Beret? Esto sería demasiado noble y seguramente sería más adoctrinador que se les colara un montaje en el que un torito humanizado les contara lo dura y efímera que es la vida en la ganadería intensiva versus lo bien que viven sus longevos primitos de la dehesa.

En la mesa hay unos jugadores que disfrutan de la partida con las cartas marcadas y deberían ser expulsados del salón, por tramposos.

José Luís Barrachina Susarte