No sólo porque sea referencia perenne o porque siempre que al llegar estos días de agosto recordemos lo sucedido en Linares, sino porque se encuentra presente en cada rincón de la casa que habitan Ana Iglesias y Paco Laguna en la cordobesa Villa del Río.

Paco recogió el testigo de Antonio Bellón, consagrando su vida a estudiar a Manolete, custodiar su legado y darlo a conocer a los cuatro vientos a través de sus magistrales obras y tratados.

Ana es de La Coruña y su afición a los toros hizo germinar en el alma de esta mujer una atracción inconmensurable por la figura del torero cordobés, primeramente como mera curiosidad indagando sobre su persona y adentrándose más hasta que un día decidió viajar a Córdoba.

-Fue en el 50 Aniversario de su muerte, -nos explica Ana-, y vine buscando la historia de Manolete porque en aquella época desde La Coruña era más difícil porque apenas existía Internet y porque el mejor sitio para encontrarme con  él era Córdoba, para conocer la casa donde había nacido, el palacete que le compró a su madre, el cementerio porque lógicamente es una visita imprescindible y raíz de todo ello se desató mi pasión por Manolete. 

Ana asoma ese sentimiento a través del brillo se sus ojos cuando expresa todo lo que este califa del toreo representa.

-La época en la que le tocó vivir, aquella España en blanco y negro, y por su forma de ser. Siempre se habla de él como torero porque marcó una época, pero a mí me llama más la atención el hombre que el torero y más todavía cuanto más he ido averiguando sobre él, porque fue una persona muy adelantada a su tiempo. Manolete podría haber vivido ahora mismo y estar en plena actualidad, por haber ido a la contra de su tiempo, por vivir con una mujer sin estar casado, porque para él Lupe Sino era su mujer, con todo el mundo en contra, sus amigos, la Iglesia y la familia, pero a él no le importó y fue el modo de vida que eligió, tirando para adelante sin problema.

Ana continúa mostrándole su admiración por la seriedad que tenía en la plaza y en su vida privada, aunque según dice también era un hombre dicharachero con marcado carácter cordobés que fue el que la cautivó.

Todo esto lo va contando en su casa, un hogar colmado con los recuerdos de Manolete desde los rodapiés hasta las molduras del techo, en sentido literal. Hablamos de fotografías, bustos y representaciones de su figura en cualquiera de las Bellas Artes, así como también de objetos personales y piezas que el torero usó tanto en su vida cotidiana como en los ruedos, incluyendo prendas de su última tarde, con auténtico valor de reliquia.

-Con Paco siempre bromeo y le digo que aquí vivimos los tres, nosotros y Manolete. Paco lleva toda su vida coleccionando cosas de Manolete, lleva viviendo aquí desde el año setenta y seis con todo lo que hay, y para él es algo normal. En mi casa de La Coruña yo también tenía carteles y fotografías, pero cuando llegué sentí que no era fácil vivir aquí porque es una casa de tres plantas dedicada única y exclusivamente a su persona, porque en el salón en que estamos en este momento, mires a donde mires todo lo que puedes ver son recuerdos de Manolete y no vas a ver siquiera una foto nuestra. Está presente en todo momento y en todo lugar, por lo que no creo que a cualquier persona le resultara fácil vivir aquí.

Como la entrevista tiene lugar mientras Ana está en el que fue el despacho de Manolete, se me ocurre preguntarle qué haría ella si en este momento él apareciese por aquella puerta. Se le escapa un profundo suspiro y queda unos segundos callada.

-Me quedaría bloqueada sin ser capaz de nada más. Ya me ocurrió algo parecido una vez que me encontré con su sobrino Rafaelito Lagartijo, estando yo en la Plaza de las Tendillas con mi amiga Almudena, y no fui capaz ni de saludarle ni decirle nada, con tanto como a él le gustaba que le preguntaran por su tío. Por eso te digo que si entrara Manolete tendría que ser Paco el que hablara con él, yo ni de broma, vamos.

En casa de Paco y Ana se siente que hay amor, tanto por Manolete como entre ellos, un rasgo que la anfitriona saca a relucir cuando recuerda los avatares de la vida del diestro:

-Estoy convencida de que se quería retirar por amor a Lupe Sino en octubre de 1947, y de hecho así lo hizo saber en su última entrevista con Matías Prats –que sabes que era de aquí de Villa del Río-, aunque tenía la espinita de que su madre no estaba conforme con esa idea y por eso camino de Linares le pidió a su amigo don Antonio Bellón que intercediera ante la señora Angustias para que recapacitara y asistiera a la boda. Creo que esta mujer que murió con cien años cumplidos y prácticamente ciega, se fue con la pena de no ver a su niño, como cariñosamente lo llamaba, feliz y casado con la mujer que tanto quería. Tuvo que sufrir mucho.

Hablamos de los acontecimientos de la muerte y sobre aquel plasma noruego tan controvertido procedente de la II Guerra Mundial, y que según parece también se usó para intentar salvar la vida de Manolete, ante lo que Ana considera que se trata de una hipótesis que da pie a algunas teorías propias de la leyenda que rodea al torero, pero al final la realidad es que cayó cogido por la tarde del 28 y murió el 29 de madrugada. Lo demás es imposible de determinar y podríamos estar horas hablando de esta personalidad taurina, por lo que Ana considera que Manolete sigue vivo ciento tres años después.

¡Viva Manolete!

José Luis Barrachina Susarte.

Fotos: Ana Iglesias, la entrevistada y Manolete con Lupe Sino.