En realidad, lo que pasa es que nos la quieren meter doblada desde el sanedrín fundacional, mediático, taurino y único, pero al tratar de exponerlo se quedaba un pelín largo para el título. Puede que también suene como algo soez, pero no lo puedo escribir de otra manera. Nos la quieren meter doblada con timocorridas de cuatro toros.

En el último programa de autobombo sobre la autodenominada Gira de Reconstrucción, que se emitió hace unos días bajo el título de Último Tercio: Balance, el maestro Luis Francisco Esplá, mostraba su preocupación por el largo metraje que venían durando los festejos en los últimos años, manifestando con claridad que en esta necesaria reducción de tiempos, era intocable lo esencial y que su razonamiento iba dirigido a todos esos momentos que tienen lugar sin agilidad durante una tarde de toros y que apenas tienen que ver con la lidia. Al maestro se le entiende todo con aprobación unánime, y no es menester decir más, salvo apreciar lo importante que es su presencia en un medio de comunicación como es Toros TV, en el que se roza el pensamiento único y no precisamente porque todos piensen igual, y mucho menos sea debido a que los que hablan no saben. Claro que saben lo que es un bajonazo, por supuesto que lo saben, pero lo camuflan como ejtoconazo o cuelan toro inválido por falto de casta, por citar dos ejemplos, y ellos sabrán por qué.

A la reflexión de Esplá se le agarra quien dirigía el programa para arrimar el ascua a su sardina sacando pecho con que la gira ya estaba ofreciendo espectáculos más cortos, de sólo cuatro toros, y que esto había sido un éxito. Otro por allí argumentando que si en los años 30 no se hubiera parapetado a los caballos ya no habría toros en España, así que estemos preparados para cualquier cambio por extraño que parezca. Y el tercero de la cuadrilla, informando sobre ese sector de aficionados que estamos dispuestos a cargarnos los toros porque nos atrevemos a criticar algunas iniciativas de su programa, de la fundación y demás.

¿Habíais escuchado que nuestro cerebro es como un mecanismo de descartes? Supongamos que alguien muy especial viniese a traernos un magnífico regalo. Por ejemplo, un coche de gran cilindrada, un pedazo de reloj tipo millonada, o cada cual lo que prefiera para quedarse maravillado y sentirse feliz. Al poco tiempo notaremos como ese gozo inicial se va mitigando, cada día un poco menos, y un año después casi ni le damos importancia.

Por tanto, podría parecer que en el momento que estamos sería un regalo que pudiésemos disfrutar de corridas con únicamente cuatro toros, pero en breve comprenderíamos el error tan grave cometido y que se trataba de otro peldaño más hacia el final. Otro más que los de siempre habrían aprovechado para vivir de esto durante un poco más tiempo, haciéndonos creer que todo era en beneficio de la Tauromaquia.

¿Por qué la mente dispone de ese mecanismo? Pues porque es necesario para nuestra maldita supervivencia, porque hemos de estar preparados para experiencias nuevas que podrían acarrearnos un peligro, y sería genial que como seres humanos pudiéramos reconfigurar esta herramienta natural encaminada a la felicidad y el bienestar, ahora que ya no tememos por el ataque de una fiera o por la caída de un rayo en medio de nuestra choza. Aunque ni de lo uno ni de lo otro estaría yo tan seguro.

Como aficionados, el mayor peligro que sentimos amenazante es el de la desaparición de los toros, y esto no lo pueden combatir quienes dicen estar combatiéndolo, porque no está en sus manos. Ni en las de nadie.

José Luis Barrachina Susarte

En la imagen, Morenito de Aranda, uno de los artífices que selló el pasado año en Antequera una faena de ensueño.