A quienes hemos tenido la suerte de educarnos en un colegio Salesiano, nos han contado muchas veces que la obra de don Bosco, padre maestro y amigo fundador, comenzó con unos silbidos.

Silbar puede demostrar alegría y también como desaprobación, puede surgir de modo natural y espontáneo como cuando el viento se filtra por alguna membrana, y algo parecido pero provocado con todas las de la ley cuando es el propio ser humano quien emplea alguna herramienta o instrumento específicamente creado para ello.

El chiflido puede ser estridente o armonioso, hacer ruidos molestos o crear bellas melodías, por eso en los toros tenemos el muestrario completo de silbidos, y como la presencia de los Salesianos en España se remonta al primer colegio que abrieron en Utrera en 1892, también se da el caso de hayan sido muchos los toreros que han pasado por las aulas salesianas españolas.

Como hay cruces que no se pueden derribar, en la actualidad los Salesianos se ocupan de la educación de casi 200.000 estudiantes en toda España, que se hallan repartidos en 138 colegios y 61 centros, todos ellos con la misión específica de cooperar en la promoción integral y cristiana de los jóvenes, principalmente los más necesitados y de las clases populares, siendo esta la razón por la que los Salesianos siguen siendo fieles a la formación profesional por la que Juan Bosco optó en un principio, porque a mediados del siglo XIX la vida no era fácil para casi nadie y los jóvenes no tenían grandes expectativas de futuro.

Tampoco en el Piamonte, y así el día de la Inmaculada de 1841 don Bosco se disponía para decir misa en la iglesia de San Francisco de Asís, en Turín, cuando el sacristán pidió a un joven que vio por allí que le ayudara en misa, a lo que muchacho rehusó, diciendo que no sabía. El sacristán se puso furioso y agarró una caña con la que comenzó a golpear al chico, que salió corriendo. Don Bosco intervino para evitar la paliza, indicándole al sacristán que lo dejase estar en la sacristía porque era amigo suyo. Cuando el zagal se acercó, el cura le pidió que se que quedase para oír la misa y que después hablarían en la capilla.

Buen amigo, ¿cómo te llamas?; Bartolomé Garelli; ¿De dónde eres?; Del pueblo de Asti; Qué oficios tienes; Soy albañil; ¿Está vivo tu padre?; No, ya murió; ¿Vive tu mamá?; También ella murió; ¿Cuántos años tienes?; Dieciséis; ¿Sabes leer y escribir?; No …; ¿Sabes cantar?; No …; ¿Sabes silbar?; Y aquí Bartolomé se rio, que lo que don Bosco quería, convirtiéndose este en el primer alumno de su futuro oratorio.

El próximo día 31 celebraremos el aniversario de su deceso, y cerca de esta fecha reunió a cuantos estaban con él y les pidió que continuaran reuniéndose tras su muerte, naciendo de este mandato las asociaciones de Antiguos Alumnos a las que tantos pertenecemos, y entre ellos no faltan toreros, ganaderos y demás gente del toro.

Destacado alumno por importancia capital fue Manolete, mediopensionista en el Colegio Salesiano de Córdoba donde estudió lo mucho o poco que le resultase posible, en cuya iglesia tomó la Primera Comunión, y entre los muchos enseres que posee la Hermandad Salesiana del Prendimiento, la de su colegio, cabe destacar un vestido de torear color verde manzana y oro que le perteneció y que fue el que llevó como reserva la trágica tarde de Linares.

Su propia madre Doña Angustias Sánchez lo donó a la hermandad precisamente por la condición de Antiguo Alumno del diestro, con la intención de que traspasaran los bordados al palio o a la saya de la Virgen, pero la hermandad decidió conservarlo íntegro y hoy en día está expuesto en una vitrina en la sala de juntas.

Silbemos de alegría y también como protesta, con libertad, y ojalá que también lo hagamos pronto en una plaza de toros.

Feliz día de don Bosco a los Antiguos Alumnos Salesianos.

José Luis Barrachina Susarte