Los toreros, en ambos escalafones se ponen muy tristes cuando no son contratados por las empresas, algo muy lógico porque todos, según ellos, están preparados para dignificar su profesión, algo que no dudaré jamás. Es decir, cuando son ninguneados u olvidados por las empresas expresan ese resquemor natural de todo artista que se precia por serlo.

Claro que, como todos tenemos un superior por arriba, de igual modo, llegado el caso somos nosotros lo que ostentamos el mando y tenemos nuestros subalternos a los que tratamos como no nos gustaría que nos trataran a nosotros. Es decir, hasta el más humilde torero del escalafón, a la hora de vestirse luces necesita de unos subalternos para que le ayuden, cosa lógica y natural. Y, lo que se dice subalternos o banderilleros los hay por doquier, unos mejores, otros peores, pero todos defienden su pedacito de pan con toda la dignidad del mundo.

Convengamos que todo torero tiene que buscar a un subalterno para cualquier festejo y, si ellos, los toreros, de forma genérica se quejan de que no tienen los contratos que ellos desearían, como por arte de magia, llegado el caso, actúan como los mismos empresarios, es decir, contratan al que les da la gana sin reparar en nada; digamos que, sin pensar en aquellos que son los mejores y que tanto pueden ayudar en el transcurso del festejo.

Decía hace unas fechas el maestro Emilio Muñoz que le costaba mucho comprender como subalternos de la talla de Iván García y Fernando Sánchez no tenían un jefe de filas concreto a tenor de su valía que, pese a todo, con unos y otros torean muchísimo pero, ¿qué hacer o decir de David Adalid que no tiene quién le quiera?

Como sabemos, David Adalid es un banderillero de lujo, de auténtico lujo por su quehacer, por sus formas, por su torería, por su calidad artística en todos los órdenes y, por ejemplo, este año no le veremos en la feria de San Isidro que, como sabemos, el pasado año resultó laureado en dicha feria por su participación en la corrida de Dolores Aguirre.

Es más, a estas alturas de la temporada el muchacho no se ha enfundado su traje de torero. ¿Cabe insulto mayor hacia un gran profesional como es Adalid? Y lo digo para que los matadores, los que tanto critican a los empresarios cuando no les contratan, ahora, la situación es a la inversa: ¿Por qué no contratan ustedes a David Adalid a sabiendas de que es uno de los mejores en su escalafón?

Recordemos que Adalid podía haber toreado este año en San Isidro pero, su jefe de filas, uno de los pocos matadores que en él ha confiado, José Carlos Venegas, este año no ha sido contratado para Madrid, razón de la ausencia del gran subalterno en la primera plaza del mundo que, como se sabe, David Adalid ha conseguido innumerables triunfos.

¿Quién es el valiente que me explica dicho dislate? No hay explicación; nadie podría convencerme al respecto puesto que, si en cualquier profesión siempre se busca a los mejores, en el mundo de los toros y mucho más en lo que a subalternos se refiere, lo que se busca es un hombre adocenado para cualquier menester sin importar para nada la calidad como torero. Y son ellos, los matadores, los que critican a las empresas. ¿Será que no tienen ojos en la cara? ¿Será que no vibran ante el quehacer de un gran torero a su lado? No, no entiendo nada, pero sí sufro como el primer hombre de plata que, como Adalid, teniendo valores importantísimos, éstos no cuentan para nada al respecto de los matadores.

Matadores, novilleros, el que esté limpio de culpa que tire la primera piedra que, como se sabe, ésta no caerá sobre nadie porque no creo que nadie se atreva a lanzarla. Todos somos ególatras y poco condescendientes ante los demás y, el mundo de los toros no escapa de dicho maleficio. ¿Habrá algo más hermoso para un matador que un torero de plata triunfe a su lado? Esa altura de miras la tuvo en su día Javier Castaño y se lo cargaron; era demasiado grande lo que dicho matador ofrecía como para entenderle. La prueba no es otra que, tras Castaño, nadie en el mundo se ha atrevido a llevar en sus filas a los mejores subalternos del mundo.

De joven, el hombre que fue mi primer jefe, el que creyó en mi me dijo en cierta ocasión: “Luis, todos tenemos un rey dentro del cuerpo pero, a poder ser el tuyo mátalo cuanto antes” Por dicha razón, matadores del mundo, matad a vuestro rey antes que a los toros que tenéis que lidiar y partir de ese momento veréis un horizonte nuevo y, sin duda sabréis calibrar la grandeza de un torero, en este caso, David Adalid.

Pla Ventura