En todo este tiempo de encarcelamiento, cuando los toros han brillado por su ausencia, uno ha tenido espacio para todo, hasta para repasar su propia hemeroteca en la que, para dicha personal, se encuentra uno con documentos como el que mostramos seguidamente que, en aquellos momentos, cuando Armillita vino como torero por última vez a España, me cupo la fortuna de platicar con el emblemático diestro en una entrevista que mantuve con Miguel Espinosa, la que dio la vuelta al mundo de los toros, documento me hoy me cabe la fortuna de reproducir y que, con toda seguridad, no dejará indiferente a nadie. 

Se han cumplido ahora tres años de la muerte de Armillita que, gracias a su arte ha quedado inmortalizado para siempre: lloró México, y el mundo entero su partida, pero nos dejó su obra, la que registran las videotecas, los libros que de él se han escrito, especialmente en que escribió Sergio Amézquita –MIGUEL, AL NATURAL- del que me cupo la suerte de prologar la obra del maestro y, en el caso de los mexicanos, los que más le disfrutaron, la que vive dentro de sus corazones.

Tras conversar con el maestro Armillita, uno tiene la dulce sensación de haber conversado con el arte. No todos los días tiene uno la fortuna de platicar con un hombre de su talla; de la humana y de la artística y, afirmar todo esto, desde España y con un mexicano, para algunos puede sonarles a incienso del caro. Si debo de confesar que, el arte, no tiene fronteras, como se ha demostrado en todos los seres que, tocados por la magia especial, en sus respectivas profesiones, han aflorado la llama del arte. Miguel Espinosa, es un vivo ejemplo de cuanto digo. El toreo de Armillita, el que ha arrebatado a cientos de miles de sus compatriotas, en España, sólo lo hemos podido disfrutar en contadas, pero bellísimas ocasiones.

Aquel festival en las Ventas de Madrid, entre otros festejos, dio la verdadera medida de su arte singular. Pero todo lo que pueda decir de cuanto creara Armillita en España, queda empobrecido cuando se compara con sus grandes apoteosis en su país natal, el México de los Tarahumaras de San Cristóbal de las Casas.

Armillita, el discutido, el amado, el odiado, pero siempre deseado y consentido, logró el cenit de la creación artística en el año 1979, en una imborrable tarde, en la Monumental de México del D, F, la plaza de sus grandes triunfos, la que le encumbró y la que le catapultó a todas las plazas de su país con la vitola de torero de arte.

Muy pronto se cumplirán cinco lustros desde su alternativa y, en este año, buscando las añoranzas del sueño siempre anhelado, regresa Armillita a nuestros ruedos con a finalidad de despedirse de nuestra afición, ante todo, con la idea de impartir, como otrora, las lecciones siempre soñadas y tantas veces logradas en su país.

Este es, como verán, el torero, el hombre, el ser humano que, dotado de una sensibilidad especial en la vida, ésta le suele acompañar, cada tarde, cuando Miguel Espinosa acude a los ruedos vestido de torero.

Mi deseo, maestro, como el de todos cuantos amamos la causa del arte, en que, en este año, con ocasión de su despedida en los ruedos españoles, nos pueda obsequiar con algunas de las bellas lecciones que tantas veces deleitara a los aficionados mexicanos.

-Usted, maestro, irremediablemente tenía que ser torero puesto que, con un padre como el suyo, ¿a qué otra cosa podía haberse dedicado?

Solamente, al tener en mi vida conciencia, decidí atreverme a “querer“ ser torero; pero no solo torero, sino tratar de ser figura del toreo, algo que, con la ayuda de Dios pude lograr y por lo que tan dichoso me siento.

-En los toros, maestro, ¿quiénes son los que más entienden, los que chillan o los que respetan?

Para mí, la persona que calla significa respeto, aunque no entienda; pero el que chilla,  lo hace porque ni sabe ni respeta. Sinceramente, yo creo que de toros, lo que se dice de toros, no entendemos nadie porque se trata de un animal; pero si todos debemos respetar al hombre que se juega la vida y, cuando ese animal no quiere colaborar, el primero que lo lamenta es el torero. ¡Qué más hubiera querido yo, triunfar todas las tardes!

-Usted triunfó en el arte y en el amor, ¿es eso un milagro?

Según mi criterio, el arte y el amor significan lo mismo. Ser auténtico en tus sentimientos y cualidades como hombre y, no es menos cierto que, amando el arte es mucho más sencillo llegar al amor en su más viva expresión.

-Decía STEVENSON: “Algo debo haber hecho mal o de lo contrario no sería tan famoso” ¿Cómo interpreta usted esta frase?

Lo de hacer mal me parece envidia, por eso a algunos les parece mal. Yo, Miguel Espinosa creo siempre que hago el bien o, en el mejor de los casos ese es mi deseo. No creo que nadie anhele notoriedad por el camino del mal. Como frase, creo que queda lacónica, pero no tiene mayor autoridad que la propia definición de Stevenson.

-¿Cómo entiende usted que, siendo máxima figura de los artistas en México, no haya podido consolidarse de verdad en España?

Por muchas circunstancias; primero, no soy español y en el mundo de los toros hay muchísimo dinero del cual depende el “artista” o el “llena plazas”; pero la realidad es ésta: España para los españoles y América…. ¡también! Tenemos que reconocer que, los toreros españoles tienen muchas más ventajas que nosotros.

-¿Será Vicente Fox la gran esperanza que México esperaba?

Esta pregunta me parece que no es para mí; yo de toros sé poco; de política… nada. –Tras la sonrisa que esbozó el maestro ante mi pregunta, sobraban todas las palab

-Puesto que hablamos de toreros, ¿cree usted que, en su profesión, se llega a donde uno quiere o a donde le dejan llegar?

Para mi manera de pensar y de haberlo vivido, por supuesto que se llega a donde uno quiera, sin olvidar, por supuesto, todas las barreras que uno tiene que saltar. Algunas veces ha ocurrido que, como decías, aun queriendo no te permiten llegar a la meta.

-¿Conoció usted en persona a Lola Beltrán “La Grande” como ustedes y el mundo la conocía? Cuénteme alguna anécdota de esta irrepetible dama.

Razones de edad supe de ella, como todo mexicano, pero no tuve la suerte de tratarla. “Me hubiera encantado, sí”. Una gran dama que ha quedado inmortalizada con sus canciones. Si analizamos el mundo de la música en México, no sé quién le debe más a la música, si Lola Beltrán o José Alfredo Jiménez. 

-¿Cree usted que, en el mundo del arte, puede existir la competencia? Se lo pregunto puesto que, yo soy un convencido de que, cada artista es único e irrepetible, por tanto, no caben las competencias. ¿Qué piensa usted?

El Arte no tiene competencias, por eso es el Arte. En definitiva, esa es la cuestión, que cada artista es único e irrepetible en su género. En nuestro mundo, torear lo hacemos muchos, pero jamás he conocido a nadie que se parezca a mí, ni todo lo contrario.

-El arte, maestro, es una tarea que se aprende o, por el contrario, lo paren a uno artista, como le parió a usted su señora madre. ¿Qué piensa usted al respecto?

El arte, en el toreo,  se mama, pero se debe tener mucho corazón y valor para demostrarlo. Yo diría que es el arte más sublime, por la sencilla razón de que se tiene que hacer en un momento determinado, frente a un toro que no sabes cómo saldrá; una serie de incógnitas que, para mayor dificultad, las tienes que resolver tú en el momento en que te toca.

-Decía Willian Faulkner que, el deber del escritor es reflejar su vida, ¿cuál es el deber de un torero?

Exactamente lo mismo, reflejarse o romperse a sí mismo (no siempre es posible) por eso eres diferente. Yo intento todos los días mostrar ese reflejo de la personalidad frente al toro pero, no nos olvidemos de la irracionalidad de un animal que, en muchas ocasiones no te permite ni el más mínimo lucimiento.

-¿Qué les diría usted, a ser posible, a los aficionados cuando por culpa del toro no es posible el milagro de la creación artística?

Yo no puedo decir por esto o por lo otro; yo solo les puedo decir que por mí no quedó, pero el que sale no se me va. Es un poco lo que decíamos antes puesto que, la ilusión por triunfar creo que la llevamos en las venas todos los toreros pero, amigo, el diestro compone y el toro lo echa todo a perder cuando no quiere pelea.

Octavio Paz, Juan Rulfo, Juan José Arreola, menudo “cartel de feria” ¿Hubiera aceptado usted ser el sobresaliente de estos magos de la pluma?

Yo soy incapaz de alternar con ellos, como ellos hubieran sido incapaces de alternar conmigo. Sí, lo de “sobresaliente” ya hubiera sido un gran éxito para mí, pero me conformo con admirarles que, en realidad, es el deber que tenemos todos los que amamos la literatura, admirar a los que han sido grandes maestros.

-¿Cree usted en los genios? Y se lo pregunto puesto que, hablando de Juan Rulfo, lo de este hombre no deja de ser una tremenda genialidad puesto que, de vendedor de neumáticos, pasó a ser uno de los grandes escritores de México, con dos libros publicados.

A los genios los creamos los humanos; pero por algo……y Juan Rulfo, con su genialidad, lo explicó muy claro.

-¿Cree usted que se podría sobrevivir sin tener fe?

La fe es todo en la vida (si la entiendes). Siempre dije que, nosotros, los creyentes, somos mucho más afortunados ante la vida puesto que, esa fe de la que hablamos es la que nos permite aferrarnos a Dios en los momentos difíciles de nuestra vida.

-Me han contado, maestro, que es usted un hombre feliz. ¿Es la felicidad un bien que se adquiere o por el que se lucha?

Para mí, la felicidad gracias a Dios la tengo, pero no por lucha o por adquirirla, solo porque me encanta tenerla a mi lado.

-Cuénteme, por favor, esa faena soñada que usted ha realizado y que nunca ha podido olvidar ¿Fue en la plaza de Insurgentes?

En mi vida profesional, gracias a  Dios, hay varias; pero la que me dio, no todo, pero casi, fue un día 11 de marzo de 1979 en la Plaza México con el toro Arte Puro de Torrecilla (mi consagración) me sentí pletórico, hasta el punto de que, desde aquel momento me sentí tan torero como el que más, digamos que me convencí de que era torero, por tanto, que estaba en el camino correcto.

-¿Qué relación mantiene usted con los toreros españoles?

De maravilla y de respeto mutuo. No puedo poner algún nombre de mis muchísimos amigos por falta de espacio, pero ellos saben lo que les respeto y admiro. 

-A propósito de los españoles, ¿cómo entiende usted que, cada vez que ha venido a España, siendo usted un torero netamente artista, siempre le han puesto en las corridas para gladiadores?

Por el motivo que antes comenté, yo no soy ni nunca he sido artesano, soy Artista y ser artista no es negocio.

-Dicen, Armillita, que usted aprende con las críticas y que no se envilece con los elogios. ¿Es este el síntoma de su bondad?

Mi bondad se basa en mis errores y también en mis virtudes (no todas las plumas lo entienden). Siempre procuré corregirme a mí mismo puesto que, de mis errores, más tarde, llegaron algunos aciertos que tanta dicha me aportaron.

-En honor a la verdad, maestro, usted ha logrado partidarios acérrimos y contrarios empecinados. ¿Es esta la fórmula de su gran éxito

Mi éxito para mí es tener 24 años de alternativa y después de eso querer todavía más. A los contrarios les agradezco su ira porque tenían razón cuando las cosas no salían bien y a los partidarios les agradezco su cariño por la comprensión y paciencia que siempre tuvieron para conmigo, a sabiendas, claro que sí, que el domingo siguiente podría arreglarse todo, como casi siempre sucedía.

-En México, maestro, ¿es preciso comprar a la gente para que diga la verdad? Se lo digo puesto que, en España, esta es una práctica demasiado cotidiana. ¿Se llama esto corrupción?

En el toreo no hay manera de corrupción porque una o varias plumas nunca podrán comprar la dignidad del toro. Yo nunca compré a nadie –ríe el maestro- de ahí las broncas que me echaron cuando las cosas no salían como todos deseábamos. Si ya tenía la bronca encima, al salir de la plaza qué podía hacer, ¿darles unos pesos a los periodistas? Para qué. El daño ya estaba hecho y, lo que es peor, ya no tenía remedio.

-¿Es el sentimiento el pilar con que se sostiene su toreo bello?

Desde siempre lo he sentido así (sentimiento).

-Acá, maestro, los toreros suelen odiar a todos los críticos que no han podido comprar. ¿No cree usted que sería mejor respetar y aprender, como hace usted, con las críticas?

Yo creo que el torero  que así se sienta, no debe de preocuparse por esas cosas. Igual le digo que cierta prensa no debe ser protagonista porque, para bien o para mal, el que se ha jugado la vida es el torero, razón muy lógica para que el periodista siempre estará en su segundo lugar.

-¿Qué es para usted la suerte?

Para mí la suerte es ser Miguel Espinosa “Armillita Chico”. Mo podía tocarme un suerte mayor, razón de que me paso dándole gracias a Dios por el lugar que me trajo para nacer y, sin duda, para vivir.

-Las cornadas de los toreros, ¿las considera usted medallas que les hacen grandes?

Las cornadas son nuestro riesgo de profesión, pero lo importante es saber asimilarlo, para bien.

-¿Cómo le gustaría que le juzgara la historia, como un hombre bueno o como un torero genial?

El torero es para mí una etapa importantísima de mi vida, pero me gustaría dejar el cartel de haber sido una buena persona.

-Decía Charles Chaplin que, el tiempo es el mejor autor, puesto que siempre encuentra un final perfecto. ¿Es por eso que usted no fue un torero de afanes y sí de creaciones?

Yo nunca me he preocupado de ser más de lo que gracias  a Dios me ha correspondido.

-A los artistas, maestro, siempre nos gusta buscarles lagunas. ¿Cree usted que pudo haber logrado mucho más de lo logrado o, por el contrario, se siente feliz con lo que ha dado su arte?

Estoy encantado de mi vida en todos los aspectos. Nadie me lo ha regalado; sí me la he jugado.

-¿La injusticia, maestro, es un fantasma que pulula por esos lares en cuanto a toreros se refiere? Es decir, ¿cree usted que algunos muchachos, teniendo condiciones, se quedan en el camino?

Cuando tienes condiciones no hay caminos; hay autopistas, pero eso depende del chófer.

-Decía Facundo Cabral que, aquel que camina un metro sin amor, avanza amortajado, mil kilómetros hacia su propio funeral. ¿Se puede vivir sin amor, maestro?

El amor es la vida, por tanto, no entendería esta vida sin amor.

-Para usted, señor Armillita, ¿quién ha sido el mejor torero de México?

Para mí, sin comparación alguna don Fermín Espinosa Saucedo (ARMILLITA). Como él, ninguno porque ha sido el único que de verdad “mandó en España”

-Me dediqué sólo a vivir y no me quedó tiempo para otra cosa. ¿Qué piensa de esta filosofía mía tan particular?

Lo felicito a usted y ¿sabe usted por qué?, porque la vida es un segundo y, dedicarnos a vivir creo que es nuestro mayor éxito.

-Añada cuanto quiera, maestro y que Dios le siga bendiciendo.

Agradecer su gusto por el toreo y sobre todo que Dios lo bendiga por su buen paladar.

Un fuerte abrazo de su siempre amigo, Miguel Espinosa “Armillita”

PLA VENTURA.