Es el propio olor, percepción de una huella olfativa en nuestro cerebro la que activará el recuerdo y todas las sensaciones  le llevaran a  recuerdos del pasado. La vista es el sentido que más hemos desarrollado, no obstante, el olfato, es un sentido muy importante. Influye en nuestra memoria, dispara recuerdos y emociones asociadas a ellos y puede modificar nuestro estado anímico. Casi me atrevo a decir que mi biografía puede construirse con olores, mejor que con una fotografía. Los aromas, unen momentos, imágenes, sensaciones, emociones e incluso pensamientos, quedando inseparablemente ensamblados como un puzle terminado.

¿Y cuáles son mis olores? El olor a infancia, a hora del almuerzo, a colegio, a tormenta, a tierra húmeda, a lluvia, a libro viejo, a septiembre, a primer amor. Y son estos, y no otros, porque así huelen las cosas que más quiero, los momentos, instantes que forman mi vida. Pero no  crean que solo hay olor a “vainilla” y “canela”, también hay aromas a muerte, a comienzos y finales inevitables.

¿Se han preguntado a que huele la nostalgia? El ayer,  desprende aromas a melancolía, a moho, a finas láminas de polvo descansado sobre los muebles, a cuadernos  con hojas color sepia, a lluvia, a lágrimas de cera, a cuarto cerrado, a esperanzas, ilusiones, locura, heridas no cerradas, amores tortuosos, turbulentos, prohibidos…

Hoy he vuelto a saborear los aromas del pasado. ¡Hola! grité ¡Holaaa!  Subo los amplios escalones de piedra, cruzo el pasillo de techos altos, abovedados, deseo escuchar su voz, me asusta el vuelo de un pájaro. Me volví rápidamente, estabas sobre la repisa de la chimenea,  tras el cristal del marco  de plata, sin tiempo ni edad. Tu mano, seguía intentando colocar las tablas del vestido, que, un viento inoportuno, seguramente descolocó. Una voz dulce, con aroma a la lavanda y menta:

—Hace un siglo que te estoy esperando.

Miré a través del hilillo de luz desflecado, que la contraventana dejaba pasar, fuera las abejas revoleaban entre los frutales, dentro, solamente se escucha el silencio del tiempo, acumulado entre las paredes durante doscientos años. Atrapado como flor, entre las páginas de un libro.

La reflexión que puedo hacer sobre el aroma a nostalgia, es particular. No dejan espacio para reflexionar, te llevan directamente a las escenas.

Isaura Díaz Figueiredo