El viento no me dejó durante la noche. De pronto, abro los ojos y estoy en una habitación a oscuras, volví a cerrarlos, el cuarto se llena de pájaros negros graznando desesperados, un niño corre delante de mí, le llamo, pero no vuelve la mirada. Consigo escapar del mal sueño cuando llaman a la puerta.

Me llevo la mano al pecho trato de respirar con normalidad, me niego a que la imaginación condicione la razón.

Mordí el labio superior al  a verme reflejada en el espejo del armario. El rostro me ardía. Parpadeo

Creo dejar atrás la alucinación, me recuesto en los almohadones, los ojos se cierran, me abandono, el sueño me engulle lentamente.

Tía está a mi lado, cual Penélope espera es regreso de Ulises, teje tranquilamente una larga tira de llamativos colores…

—Tía, es cierto que la casa oculta un tesoro.

—Sí, cariño, pero has de encontrarlo por ti misma.

Tía, no es la misma, sus ojos antes de mirada dulce, hoy se muestran gélidos, trae algo entre sus manos -Toma cariño, sé que no es el mejor momento para olvidar, debes hacerlo o caerás enferma, todo pasa cielo, todo, despertaras de la terrible pesadilla, pero antes debes realizar lo que el sobre indica. Ha viajado desde la Vieja Habana hasta España. Estaba oculta en una polvorienta estantería, entré a comprar un libro y… allí estaba ella llamándome sin voz. Al viejo no se le pasó la alegría de desprenderse de la cajita, llevaba toda la vida estorbando -ni poniendo de saldo, mi vieja he conseguido venderla- Hoy es tuya sobrina.

Abro la cajita con mucho cuidado, una dulce melodía acompaña a la diminuta bailarina que danza sin parar, un pequeño sobre con una cuartilla dentro, la letra resulta ilegible, destaca el grafema gótico  “El viaje” Desdoblo el papel.

Querida sobrina:

Solo tú sabrás apreciar lo que representa ¡Aventura! Te invito a emprender un viaje diferente El viaje de la imaginación

Me tomó de las manos. Su voz suena dulce.

Estás a bordo, en un hermoso barco de vela, solo el océano y el cielo  te rodean ¿eres feliz? Han pasado varios meses y sigues navegando, la fuerza que mueve el motor es tú imaginación. Bordeamos la costa de África, caminamos por selvas, desiertos, playas blancas de aguas verdes. Al igual que el ángel que guio a Tobías, hoy, dejo de sentir a tía.

Llego a una tierra nueva, todo es desconocido. Un letrero a la entrada: Puedes ser y llegar a donde tú desees. Solo debes desprenderte de lo viejo. Un viento caliente me roza la cara, colores exóticos me atraen. Imagino situaciones, oportunidades, vidas, incluso volver a nacer. El futuro está en mis manos, puedo controlarlo

¡Es el viaje de mi vida!

Sudorosa me desperté, subo la persiana, abro la cortina, las calles –antes ruidosas- están vacías, es la hora de entrar los niños al colegio, el sonido de los carritos y el griterío infantil, ha enmudecido.

Me rebelo contra el confinamiento, yo no tengo vocación de eremita, yo no deseo vivir sola, ni dedicar mi vida  a la oración y al sacrificio, tal que hizo San Jerónimo, pasando años viviendo en una cueva del desierto; ni monjas contemplativas, ni religiosos  retirados de la comunidad, bajo la obediencia del abad.

No sé quién nos trajo el coronavirus, pero sí sé que aparte de la destrucción de empleo la calidad de vida y la salud mental van a quedar muy mermadas.

La lluvia azotaba los cristales, respiro profundamente, pongo la música que me gusta, a volumen alto, me identifico con ella, bailo, canto, luego la tabla de gimnasia, sigue la música, camino por el pasillo. Nunca me quedo en pijama, después de ducharme, me arreglo, varío de ropa.

Lo importante es no estar quieta y menos rumiar, o el cortisol se dispara y puede ocasionar la muerte, ansiedad, estrés, y otras patologías, alguna irresoluble. Lea libros que le gusten y distraigan, no lleve problemas a su vida, llame por teléfono a quien hace mucho que no lo hace. Si tiene que ir de compras, no olvide llevar mascarilla, guantes y tomar todas las precauciones con los hidroalcoholes, limpie las manos cada vez que  lo necesite.

Este es el viaje que hoy toca vivir. No obstante, robo horas al día, abro la cajita y embarco hacia la libertad. ¿Me acompaña?