Fingir, procede del latín “fingiere” significa “amasar” o “modelar” aparentar o simular, intentar que aparezca como veraz lo que no es cierto.

En este mundo hay cosas que no cambian y que ni el coronavirus consigue modelar,  fingen, mienten y nos llevan a la catástrofe sanitaria y empresarial.  Iglesias en su cuenta Twitter: «Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general (Artículo 128 de la Constitución Otro disparate más con los que cada día nos sorprende el desgobierno, el máximo responsable del sindiós es el PSOE. Primero tira a Pedro por la ventana delantera, y luego lo dejan colar por la puesta de atrás.

Turrión, marxista-leninista en el gobierno de España haciendo y deshaciendo a su arbitrio ante la dejadez de un presidente preocupado de su sillón, de sus mítines televisivos que de “matute nos cuela a Pablo en el CNI. Ignora a Calviño y se convierte en el redentor de la economía. Esperemos que los verdaderos socialistas se den cuenta a quién apoyaron al votar a Sánchez. ¿De verdad se imaginaron que estaban votando a Iglesias? Ahora individuo de la coleta, se convierte en el macho varas (que se ponía entre las varas sujetaba el carro y llevaba los aperos) y el narcisista consiente y Calviño calla. ¡Qué país!

Mal futuro nos espera ¡españoles!

Mentira ¿Cuál es la verdad de los que diariamente mueren por coronavirus? Otra vez la no verdad, querer salir de rositas.  ¿Qué hace un individuo marxista-leninista en el gobierno de España? hacer y deshacer a su arbitrio ante la dejadez de un presidente preocupado  por mantenerse en el sillón, dar mítines vacuos, demagogos, largos, sin empatía con el que sufre, con las familias de los muertos… Anula hacer autoxias ¡Yo quiero saber la verdad de los fallecidos por el virus maldito! Un apuñalado, ya sabemos que su muerte fue… ¿nos toma por tontos? Fiasco, e incompetente  es usted Sánchez.

Este cuento del Medievo refleja la triste realidad actual

El Rey y el vin0

En un pequeño  país gobernaba un rey, las tierras estaban  cubiertas de viñedos; todos los súbditos se dedicaban a la fabricación de vino.

Las 15.000 familias ganaban suficiente dinero para vivir bien, pagar los impuestos y permitirse algunos caprichos.

El Rey llevaba varios años estudiando las finanzas del reino. Era persona justa y comprensiva, no le gustaba “tocar los bolsillos de los súbditos”. Pensó en la posibilidad de rebajar o eliminar los impuestos. Después de pensar y repensar, consultar con los ministros que opción tomar, finalmente  deciden “eliminar los impuestos”

Como única contribución para solventar los gastos del reino, pide a cada ciudadano que una vez por año  -en la época en que se envasaran los néctares-  se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de vino, de un litro, debería ser el mejor caldo de la cosecha, uno a uno, lo vaciarían en un gran tonel.  De la venta de los 15000 litros se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, gastos en salud y educación. La noticia corrió rápidamente  por el reino, se hicieron Bandos, carteles, pegados, en las principales calles…   La alegría fue indescriptible.

En las casas se alabó  la labor del rey. En las tabernas se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada vida del monarca, los poetas compusieron romances en su honor.

Por fin llegó el día de la contribución. Días antes, barrios, mercados, plazas, iglesias, fueron hervideros de comentarios. La conciencia cívica estaba unida, era lo justo al gesto del soberano.

Desde temprano, empezaron a los jardines de palacio, familias con su jarra., vertía su jarra en el inmenso barril, el tesorero colocaba en la solapa de cada campesino, un escudo con el sello del real.

A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había faltado. El enorme barril de 15.000 litros estaba lleno.

El rey estaba orgulloso y satisfecho; al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón a dar las gracias, siendo aclamado por los súbditos. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó al sumiller traer una copa de vino, a fin de  saborearlo. Con la copa en la mano, el soberano habla al pueblo:

 “Querido pueblo: Tal como imaginé, todos los habitantes del reino han estado hoy a la altura que de vosotros esperaba. Me llena de orgullo y satisfacción compartir la alegría de la corona, y confirmar la lealtad del pueblo con su rey, que es igual que la lealtad del rey  para con su pueblo, no se me ocurre mejor homenaje que brindar por vosotros, con la primera copa, que será sin dudas néctar de dioses, aunados, el esfuerzo de las diestras manos a la mejor uva del mundo y regadas con el amor del pueblo a su rey”.

Lloraban y vitoreaban. Uno de los sirvientes  le acercó la copa, el pueblo aplaudía eufórico… Pero la sorpresa detuvo la mano  del soberano, el rey notó al levantar el cáliz que el líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a la nariz, entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó  la duda “carecía de aroma y color”.

Viticultor como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente, bebió un sorbo. ¡El vino carecía de gusto…! Manda el soberano que traigan otra copa, ocurre lo mismo, luego otra y… finalmente decide que tomen muestra del borde del tonel. Ya no tuvo dudas, todo era igual: inodoro, incoloro e insípido.

Fueron llamados con urgencia los etnólogos del reino  a fin de analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime: la barrica estaba lleno de purísima agua.

Enseguida el monarca mandó reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua?

El más anciano de sus ministros se acercó y le dijo al oído:

—“¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, majestad. Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo”.

—“No entiendo”- Responde el rey.

—“Tomemos a uno de sus súbditos, Señor, el que  sus vides abarquen desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio. Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le rondó la cabeza…

— ¿Y si pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la diferencia? Una jarra de agua en 15.000 litros de vino, nadie va notar la diferencia.

— ¡Nadie! Y la conciencia ¿Dónde la dejaron mis súbditos?…

—Olvide la conciencia, majestad, cuando se trata de dinero. Nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, salvo por un detalle: ¡TODOS PENSARON LO MISMO!

En la imagen un pájaro que le hace más daño a España que el propio coronavirus.

Isaura Díaz Figueiredo