«Caballero de fina estampa….»; -así dice una célebre canción de Chabuca Granda, y que podíamos ampliar al ganadero y torero Sancho Dávila. Tiene el porte elegante, con ese barniz esmaltado que da el haber pertenecido a la aristocracia española. En el trato corto, imprime el sello de quienes siendo un portento de cultura, apenas lo hacen vislumbrar, mostrándose afables y ampliamente dialogantes. Por ello, vivir un tentadero o cualquier otra experiencia taurina en su finca de «Puertolaca», en las proximidades de Santisteban del Puerto en Jaén, se convierte en una vivencia mágica, gracias en parte al trato del ganadero y sus gentes.

Mientras Iker Ruiz, alumno de la escuela taurina de Alicante esperaba la salida del eral que habría de lidiar, el ganadero explicaba al empresario Blas Mora, los buenos resultados que le había producido refrescar la sangre de sus toros con un ramal de Daniel Ruiz. ¿Y quién podía suponer que aquella noche, el mentado Daniel Ruiz iba a sufrir un devastador infarto, que le provocó la muerte después de haber presenciado el juego de sus toros en la Magdalena castellonense?

Y qué mérito tienen aquellos toreros que están comandando las escuelas taurinas, sacando tiempo de su propio tiempo para estar sumergidos en el inverosímil dilema de quienes sueñan con la gloria, en ese rudo camino cincelado de incertidumbres y con resultados finales siempre enigmáticos.

Francisco José Palazón atesora la grandeza de un torero mediterráneo con aromas del clasicismo hondo que ofrendaron El Inclusero y Manzanares (padre). Ahora, su talento está al servicio de la escuela alicantina, y los alumnos deberían saberse agraciados por contar con su presencia y labor. Creemos que ellos están comprometidos en la causa, especialmente aquellos que vivieron en sus carnes la desagradable historia con desaparición incluida de la escuela murciana. Es el caso de Iker Ruiz y Rafa Relente; ambos han sobrevivido a aquel tsunami, y ahora pueden seguir demostrando sus ansias por ser toreros.

El prometedor Iker Ruiz, siguiendo los consejos del maestro Paco Palazón llevó a cabo un interesante despliegue de lo que en un futuro puede ser su tauromaquia. Acompañado por el buen banderillero Alberto López «Niño del Barrio», por el también alumno de la escuela alicantina, Rafa «Relente», y por su propio padre y preparador físico, Salvador Palazón.

Una mañana de gris plomizo sobre los verdiazules campos de Jaén; unas horas para enmarcar dentro del microcosmos que la familia Dávila ha creado para el deleite de los románticos de la Tauromaquia.

Giovanni Tortosa