Usted lo ha sido casi todo en el toreo, sólo le falta criar toros y ser empresario, ¿para cuándo?
-Lo de ser ganadero es muy complicado y además se necesita mucho dinero, y lo de ser empresario no lo creo, ya que se viven muchas injusticias en ese sector y eso no va conmigo. Mi verdadera ilusión como apoderado es sacar a un torero desde abajo y hacerlo figura. Eso es lo más grande.
En septiembre de 1973, en plena feria taurina de Murcia, su tierra natal, José Mari Manzanares le cedía los trastos para su doctorado, ante la atenta mirada de Pedro Moya «El Capea». Salió ampliamente triunfador y Romero disfrutó de su toreo clásico, chispeante, con sabores y aromas del Guadalquivir hasta el año 1988, donde en el festejo de su retirada en Cieza (Murcia) compartió cartel precisamente con quien fuera su testigo «El Capea» y un jovencísimo Litri. No sabemos el porqué de aquella decisión, porque el maestro Alfonso Romero todavía era joven para seguir; pero el caso es que decidió cerrar el capítulo de matador de toros y pasarse a las filas de los de plata.
Por cierto, usted descubrió a un torero como Sergio Serrano, que es un torero muy del gusto del aficionado torista. ¿Cómo resultó la experiencia?
-Bueno, los toreros se descubren ellos solos. A Sergio lo encontré en el campo, llevaba años sin torear, lo vi con mucho valor, ganas y afición. Pensé que merecía una ayuda, hablamos y él me dijo de apoderarle. Logramos que entrara en la corrida de Albacete y luego el domingo siguiente en el desafío ganadero de Madrid que a la postre sería su espaldarazo como matador. Esos festejos han sido lo más sobresaliente hasta ahora. Le tenía hechos nueve contratos, pero no pudo ser el hecho de seguir juntos… A Sergio le deseo lo mejor, que le vaya bien y ojalá llegue a ser figura.
Y después de lo de Sergio, aparece otro manchego: Miguel Tendero. ¿Qué vio en Tendero para tomar la decisión de apoderarle?
-No lo digo yo, lo dicen los aficionados: Miguel es un torero absolutamente recuperable. Tiene oficio, valor y unas enormes ganas. Después de una época de haberse paseado por muchas ferias españolas las cosas vinieron a menos y no le importó irse al campo a coger ajos. Superó un bache personal, se vino arriba y ahí sigue con unas enormes ganas de llegar a ser figura.
El circuito taurino de Castilla-La Mancha ha sido primordial para Tendero, especialmente la última temporada, y encima las cámaras de la televisión manchega estuvieron ahí, lo cual siempre viene bien pero, ¿hay alguna intención de su apoderado para llevarle más lejos de ese circuito?
-Evidentemente, ahí estamos en conversaciones con la empresa de Madrid. Es primordial torear en Las Ventas; es ahí donde se dilucida todo. Porque los triunfos en los pueblos, ya sean en La Mancha o Andalucía no son tan determinantes a la hora de poder entrar en las grandes ferias. Madrid es esencial en todo torero que desee avanzar.
Por cierto, a las figuras actuales no les basta con estar en las grandes ferias, es que ahora también quieren todo lo que se de en cualquier pueblo. ¿Usted cómo lo ve?
-En cualquier tiempo, las figuras han sido contratadas en las ferias de los pueblos. Las gentes de esas pequeñas plazas les han gustado. Otra cosa bien distinta sería que entre ellos fuera acartelado un torero modesto. Eso sería lo más justo.
¿Qué opina sobre la última feria de Valdemorillo?
-Pues vendría a decir lo mismo, aunque sabemos que Valdemorillo siempre fue un gran escaparate para los toreros modestos. Yo no estoy en contra de que las figuras toreen en estos pueblos, pero lo ideal sería que hubiese un modesto o torero de segunda fila entre ellos. Ahí se cayó del cartel Cayetano, y pusieron a una joven promesa de Salamanca.
Usted, como murciano que es, ¿cómo definiría el actual estado de la tauromaquia en Murcia y provincia?
-¡Una auténtica pena! En Murcia siempre se han dado muchos festejos, desde el inicio de la temporada en Ricote y terminando en octubre en El Puerto de Mazarrón. Siempre abundaron las portátiles y la afición ha respaldado esos festejos. En los últimos años desde la aparición de Podemos, estamos viendo que esto va a menos, que los ayuntamientos no están por la labor y que la apatía envuelve todo ese ambiente.
Y para colmo se han quedado sin escuela taurina.
-Eso es horrible, y lo dice alguien que estuvo 27 años dirigiendo esa escuela, como es mi caso. Casi toda la torería actual pasó por allí: Ureña, Rafaelillo, mi hijo Alfonso, banderilleros, novilleros y un largo etcétera. La verdad es que es incomprensible, porque la junta directiva del Madrid puede dejar el cargo, pero no por eso el equipo, el club va a desaparecer. Y aquí ha sucedido eso. En Murcia, todos sabemos que el toreo está en manos de tres personas y estos han ido cogidos de la mano y no les han importado que la escuela desapareciera.
Precisamente de esa escuela ahora desaparecida surgió un novillero llamado José María Trigueros, y que ahora es apoderado por usted. ¿Cómo vendería las cualidades toreras del joven Trigueros?
-La obligación primera de un apoderado es conocer en profundidad al torero que lleva, saber de su preparación, su mentalidad, etc. Luego, hay plazas que necesitan de un torero u otro según su corte o estilo. José María está en el momento de hacerse, no para de hacer campo y sólo lleva cuatro novilladas picadas. El día 20 de marzo inicia su andadura en esta temporada, en una plaza de la provincia de Murcia junto a compañeros también murcianos.
Como usted dice, su sueño es sacar a un torero desde abajo y hacerlo figura, pero también es consciente que muchos abandonan al hombre que confió en él y toman otros derroteros; podríamos poner el caso de José Antonio Campuzano junto a Castella y posteriormente Roca Rey. ¿Cómo enfoca estas situaciones?
-También hay muchos casos de fidelidad entre torero y apoderado. Eso va con la persona. Es cierto que todos buscan la comodidad, pero el apoderado independiente lucha con mayor vehemencia y ahínco en los despachos que quienes siendo apoderados empresarios lo tienen más fácil. Pero también sucede que los que vamos por libre aguantamos mucho más los fracasos que puedan venir, en cambio el apoderado empresario no. En el caso de Campuzano yo creo que él fue fiel a un concepto y lealtad, mientras ellos como personas no estuvieron a su altura.
¿Cambiaría usted la época actual por la suya?
-Es cierto que hay diferencias abismales entre ambas épocas; no es comparable, entonces había un ramillete de diez figuras del toreo, en cambio hoy todos sabemos lo que hay. Cualquier tiempo en el toreo es interesante, pero aquella década tuvo un componente bastante sólido y es que había muchos aficionados. Las plazas registraban unos llenos absolutos. Luego, si es cierto que el toro era más incierto y el de ahora más previsible; pero claro, las figuras siempre han toreado el bueno y el malo ha sido para el resto.
Desde estas líneas queremos agradecer a don Alfonso Romero Rocamora el haber echado un buen rato charlando de toros. Y porque valoramos su honestidad como profesional, un taurino que no vende humo, ni tan siquiera las excelencias toreras que las tuvieron en su época como matador de toros. Aunque no hay rencor alguno hacia Sergio Serrano, y que le desea todo lo mejor, advertimos en el tono de su voz como un cierto regusto que no es precisamente dulce, aunque siempre en la memoria y el corazón quedarán aquel par de festejos donde el torero manchego sacó su raza y clase. Y Romero estuvo allí.
Cuando habla de Tendero, una brizna de emoción se filtra en sus palabras y aquello de haber rescatado al hombre que luego fue a «coger ajos» pone un contrapunto a los oropeles y fantasía del toreo. Tampoco se le encoge el estómago a la hora de pontificar sobre la carrera taurina de su hijo Alfonso: «cuando tuvo que acelerar no lo hizo, y claro, tuvo que dejarlo». Pero, tal vez sea la desaparición de la escuela taurina, en la que él pasó nada menos que 27 años, sea el gran zarpazo emocional que este taurino de pies a cabeza ha recibido en los últimos tiempos. Se siente feliz junto a los toreros que representa, y por supuesto junto a su familia, sus nietos…
Ahora sólo le queda cumplir su sueño: sacar a un torero desde abajo y hacerlo figura…
Giovanni Tortosa
Vemos distintas imágenes del maestro Alfonso Romero y, como documento de especial relevancia, la portada que ocupó en El Mundo de los Toros tras su alternativa. Tres jóvenes de aquellos años, Manzanares, El Niño de la Capea y Alfonso Romero, al que le deseamos toda la salud del mundo.