En San Isidro le vimos eléctrico, parear con verdadero desparpajo a toro pasado. Todo muy explosivo pero carente de substancia torera. En cambio, hace unos días en Añover de Tajo (Toledo), con toros de Eladio Vegas y especialmente con el quinto, de nombre ‘Cigarrero’, nº 94, premiado con la vuelta al ruedo, Jesús Enrique estuvo mucho más asentado, con verdadera transmisión, con el lujo acrecentado de banderillear en todos los terrenos, torear con verdad y colocar una estocada como hace mucho tiempo no veíamos.

Acompañado del aguerrido y adorado en Francia, como es Alberto Lamelas, y también la esperanza blanca manchega que siempre fue  Diego Carretero. El festejo tuvo el sabor habitual de los retransmitidos por Castilla La Mancha, con gran presencia de público, ruedo polvoriento y un encierro de los que no permiten comer pipas. Ovación tras aviso y oreja recibió Lamelas; Jesús Enrique Colombo, oreja y dos orejas y Diego Carretero, ovación y silencio tras dos avisos. Alberto Lamelas fue atendido en la enfermería de una cornada en la axila izquierda de 4 cms.

Al contrario de andar deprimido, después de saber cómo pueden ir las cosas del toro en su país, Colombo mostró una entereza y ánimos por meterse en el grupo de privilegiados de la torería. Por momentos, la memoria nos traicionó y lo vimos compartiendo rehiletes junto a Méndes y Esplá en aquellas tardes ante toros infumables, y donde ellos aportaban la taquilla que las consabidas figuras no lograban. Decimos esto porque Colombo brilló intensamente y sus pares podrían competir con los de los maestros citados.

Hace un par de meses hacíamos una entrevista a Salvador Palazón y su colega Rubén Ruano, como preparadores de deportistas, y sobretodo atletas de élite. Nos hablaron de la escasa preparación física de los toreros; de cómo llegaban al último tercio fundidos, y si se trata de descabellar la cosa se tornaba bastante enojosa. Pero también precisaron y alabaron a Colombo como un ejemplo «rara avis» en su profesión. Después de verle en Añover, comprobamos lo dicho por estos expertos; de cómo ejecutó una estocada repleta de precisión y potencia; de una contundencia impropia en estos tiempos. Y todo ello, después de haberse dado un festival en banderillas, colocando él mismo al toro y ejecutando de manera espectacular los rehiletes. Luego, dibujó varias tandas con profundidad, empaque y mucha torería; todo ello ante un toro no comercial, no burri-toro; sí encastado, bravo y con presencia para ser lidiado en Las Ventas.

Giovanni Tortosa