La ex de Jesulín de Ubrique, conocida como «princesa del pueblo» decía: –«mi médico me recomendó no ponerme la vacuna, ya que como todos sabéis, soy diabética».  Lo que provocó que a uno de sus compañeros luciferinos, casi le diera un pasmo, casi se le rompe la vena carótida y sus ojos se transmutaron en la imagen de un vampiro transilvánico que huye de la ristra de ajos y del símbolo de la cruz. Por supuesto que le dijo de todo a la disidente princesa; descargó toda su ira jupiteriana el histérico comunicador, vació sus entrañas con toda la bilis que le fue posible.

Ahora, este pérfido y maquiavélico personaje que fue denunciado por simular un cáncer de páncreas, forma parte, al igual que sus compañeros de reparto, de ser los voceros propagandísticos de un brillante y abultado gobierno de catetos; parias con pinta de nuevos ricos, indigentes mentales al fin y al cabo. Y como éstos no pueden obligar a la vacunación sistemática de todos los españoles, prefieren delegar en estos fatuos equipos televisivos, para convertirlos en anunciadores de la salvadora vacuna.

Y lo hacen desde un espacio televisivo, donde a falta de una Pantoja a la que destripar, ellos mismos se vapulean; aparte de simular y fingir  enfermedades agresivas como el cáncer con el fin de hacerse exclusivas y rellenar sus aquilatadas cuentas bancarias; se proclaman como policías del régimen, a la caza y captura de aquél o aquella que no le baila el agua al gobierno.

El problema no estriba en que estos sean unos títeres, que no respeten a los verdaderos enfermos de cáncer; que con su conducta frívola y canallesca hasta se burlen de ellos; el gran problema está en que los millones de televidentes que siguen a estos paupérrimos personajillos se creen todo cuanto estos vomitan por sus delirantes bocas. Por tanto, este gobierno cosido y recosido como el rostro de Frankenstein, lo tiene fácil a la hora de engañar a los españoles.

Muchas cadenas televisivas en España han derivado en una especie actualizada del Santo Oficio, donde depositan sus confianzas los grandes amantes de la verdad, como son Sanchinflas y Coleta-virus, aparte de sus corifeos, aduladores y adláteres. A nosotros nos trae al pairo que cada cual se meta en vena lo que le dé la gana. Cada ciudadano que reconsidere si una vacuna puede crearse en apenas unos meses, cuando todos sabemos que el tiempo de elaboración, testeo y evaluación de efectos adversos suele estar entre 4 y 10 años. Que para el Sida, a pesar de su gravedad, jamás hubo vacuna alguna. Por eso, no nos extraña que el doctor que atiende a la popular princesa del pueblo desestimara su vacunación.

Lo más grave del asunto, es que muchos médicos son conscientes de la situación, pero pocos son los que hablan en público del tema. Entre esos escasos «héroes» está el doctor Alejandro Sousa, el cual  dirige una carta al colegio médico gallego y nosotros extraemos un fragmento:

Le comunico que el Doctor Alejandro Sousa, y todos los Médicos por la Verdad, tienen el apoyo de miles de españoles, dado que somos muchos los que ya sabemos que la mal llamada «Vacuna contra el Covid-19» no es  una vacuna sino una sustancia genética peligrosa, que está provocando daños irreversibles y hasta la muerte.

Observen la confusión reinante en los medios de comunicación que tienen a la población española aterrorizada y confundida ante el completo silencio, cuando no con la complicidad de todos los Colegios de Médicos de España.

Si tan seguro está Ud. de que están haciendo lo correcto, supongo que no tendrán problema alguno en hacerse responsables de las posibles consecuencias de la vacuna en la población española.

Y entre algunas preguntas que el doctor Sousa hace a sus superiores, les dejamos las siguientes:

-¿Por qué creen que los fabricantes de las vacunas no se responsabilizan de los efectos nocivos de su «vacuna”? ¿Les parece correcto que el Gobierno de España haya aceptado esa falta de responsabilidad civil, obligatoria para cualquier otro medicamento?

-Si apoyan la vacunación ¿Son Uds. garantes o responsables al menos moralmente de las consecuencias de la vacunación en España con estas sustancias poco probadas, puesto que no se oponen a ellas?

-¿Por qué no se solicitó desde este Ilustre Colegio de Médicos la realización de autopsias de forma sistemática, desde que se presentó el primer caso, cuando estábamos frente una NUEVA Y GRAVÍSIMA enfermedad viral, para cuya realización sobraba personal y equipos de calidad y seguridad demostradas?

Al final de todo esto, los «medios de defecación masiva», la connivencia de médicos carentes de ética profesional junto a los descerebrados políticos; y da lo mismo que vistan de un color u otro, de izquierdas, centro o derecha, no sólo están consiguiendo romper a la sociedad como un jarrón chino; es que están convirtiendo el mundo en un inmenso psiquiátrico.

La foto que mostramos, sin más palabras, lo dice todo. Atentos a los personajes, son para enmarcar.

Giovanni Tortosa