¡Se metió en la cocina, como desesperado, suplicando al chef comer allí mismo, en la propia cocina!… ¡Por supuesto, el cocinero no sabía que decirle; la cosa resultaba tan extraña!…Este comentario nos lo hacía el camarero de un emblemático restaurante valenciano, al referirse al torero Eloy Cavazos. El espada azteca, junto a unos miembros de su cuadrilla había estado en el mismo local degustando unos platos de paella, cuando los comensales de una mesa vecina comenzaron a hacer chistes de tintes macabros. Sin pensárselo se fue hasta la cocina, huyendo de aquella situación, y los empleados no podían creer que alguien pudiese ser tan susceptible ante unos chistes.

El torero de baja estatura, de tremenda simpatía y con un sentido del humor de mayor calado que muchos profesionales cómicos, tuvo una carrera pletórica de éxitos. Tanto en su país como en España, Cavazos cautivó a un público festero, quizá por su toreo alegre y chispeante, como su hacer con el capote a pies juntos, puede que exento de profundidades. Al mexicano no le importaba, ni tenía prejuicios porque su estilo fuese así; muy al contrario, se sentía feliz cuando esos públicos disfrutaban con su hacer. Se podría decir que es el matador mexicano con mayor trascendencia de los últimos cincuenta años.

Sus apariciones en televisión, en un programa sabatino que dirigía José María Íñigo le hicieron trascender en popularidad y fama en España. Cavazos transmitía una enorme capacidad para hacer reír con sus respuestas, y también, su ausencia de vanidad le convirtieron en un fenómeno televisivo.

Cavazos tomaría la alternativa con tan sólo dieciséis años  en Monterrey,  de manos de Antonio Velázquez y teniendo de testigo al gran Manolo Martínez. Precisamente su nacimiento tuvo lugar en Villa de Guadalupe en agosto de 1950, un municipio perteneciente a Monterrey; por ello sería reconocido como «el león de Monterrey». En España, confirmaría en el 1971, de manos de Miguel Mateo «Miguelín» y con Gabriel de la Casa en el papel de testigo. Su carrera ha sido larga y portentosa en triunfos, superando las mil corridas, y sus percances escasos, a excepción de aquellos que tuvo en los inicios de su andadura torera.

De sus triunfos españoles, cabría destacar el conseguido en San Isidro ante un toro de Amelia Pérez-Tabernero en 1972; obteniendo las dos orejas. En 1991 también plasma con su toreo alegre y vistoso, una grandiosa faena a un ejemplar de «Los Bayones» en Madrid. En su carrera se han dado varias retiradas y sucesivos retornos a los ruedos. De Cavazos, nos queda la imagen de un torero listo e inteligente, cautivador y que su vida ha tenido la intensidad de un hombre apasionado y feliz; un hombre que salió ileso de varios accidentes de automóvil en los que perecieron aquellos que viajaban con él. ¡Todo un fenómeno, Eloy Cavazos!…

Giovanni Tortosa

En la foto que mostramos, el maestro regiomontano, Eloy Cavazos, en uno de los últimos festivales en los que actuó, siempre con éxito.