Tremendamente emocionado, y después de haber cortado dos orejas a su primer novillo, rompió a llorar cuando el periodista Óscar Aranda le preguntaba cuantos festejos llevaba toreados. Era su primera novillada sin caballos y lamentaba la falta de oportunidades, lo duro que le estaba resultando. Miguel Serrano parece un novillero de los de antes; de figura enjuta y seca, de rostro afilado y nariz manoletiana; no hay estigmas de adolescencia en su cara, rezuma aires como de la época cuando Domingo Ortega era novillero.

«Cuando le vi toreando en una tienta, no hubiera dado un duro por él; sin embargo el ganadero insistió y en las siguientes ocasiones me fue entrando su hacer ante las becerras«. -Así se expresaba su apoderado, y también comentaba la urgencia para hacerse de un traje de segunda mano cuando Miguel se vio anunciado en Casarrubios del Campo (Toledo), en un certamen llamado «Promesas de nuestra tierra». En ese mismo cartel estarían Raúl Puebla y Daniel Pérez ante novillos de Mariano de León, que dieron buen juego.

A nosotros nos sorprendió este novillero manchego, que nos sacó de la sintonía que habitualmente nos regalan los pretendientes a matadores de toros. En cierto sentido, Miguel Serrano nos hizo recordar al gaditano Francisco Montero. No sabemos mucho de Serrano, pero nos parece un novillero que no pisó escuela taurina alguna. Suele entrenar en una ganadería de su pueblo. Su técnica es más bien precaria, los novillos le prendieron por diversos errores; sin embargo posee esa garra y entusiasmo que conectan directamente con el público. Todo cuanto hizo tuvo verdad, y el carecer de esa perfección, a veces fría y aséptica de aquellos que salen de una escuela, sus trasteos tienen esa emoción de quien antepone el corazón a la técnica.

Nadie sabe cuál será el futuro de Miguel Serrano. Si el hambre de toro le hará seguir tal cuál, que los taurinos se fijen en su tremenda disposición, que sus anhelos de ser matador sigan intactos. Después de lo vivido a través del canal Castilla La Mancha Media nos sentimos congraciados al haber elegido esta retransmisión que era la más modesta, en un menú donde teníamos un festejo en zona sevillana con toros de Espartaco y el maestro Curro Díaz y lo de Madrid, en la famosa «cubierta»: figuras, escaso público y toritos sin alma; tal y como diría nuestro compañero Pla Ventura.

Giovanni Tortosa