El toreo cómico lleva años en la UCI; y decimos así porque nos repele e irrita confirmar su muerte. Y hace unos días moría a los 87 años Manuel Celis Díez, conocido popularmente como el Bombero Torero. Manuel representaba el último «héroe» vivo de un espectáculo  que proviene de tiempos lejanos, mucho antes que, Carmelo Tusquellas y Rafael Dutrús (Llapisera)  en el año 1916 crearan el denominado «charlotismo». Nació en Madrid el 21 de julio de 1933. Su padre, Pablo Celis, fue el primer Bombero Torero; Manuel heredará aquel personaje, que con el tiempo hizo que todos recordemos el toreo cómico bajo la denominación de El Bombero Torero.

Fue en 1928 cuando Pablo Celis creó su carismático y popular personaje, y un año después comenzó a trabajar junto a una banda musical de Catarroja, que ya por esas fechas actuaban en plazas de toros, ofreciendo conciertos de música festiva y pasodobles. Hasta ahí, todo normal; pero una tarde en un coso de un pueblo valenciano, a alguien se le ocurrió la tremenda broma de hacer que saltara al ruedo una becerra, sin que los componentes de la banda lo supieran. Los integrantes que se situaban en el mismo ruedo, sufrieron el consiguiente susto, aunque fue asimilado por los músicos y a partir de aquel suceso y con el apoyo de Llapisera, la banda «El Empastre» consagró sus actuaciones al toreo cómico.

Pero antes de todo ello, los espectáculos de toreo cómico tuvieron su apogeo allá por el siglo diecinueve. Las «mojigangas» realizadas por comparsas, o por individuos que realizaban suertes grotescas ante novillos eran la base de estos espectáculos. También había enanos, en papeles de toreros. Todo cambiaría en el 1916, a través de los anteriormente citados, Tusquellas y Llapisera que bajo el patrocinio del empresario Eduardo Pagés, protagonizaron los grandes tiempos del toreo cómico.

Como todos conocen, en esos espectáculos había lo que se llamaba «parte seria», que consistía en la lidia y muerte de un becerro por parte de algún aspirante a torero. Manolete fue uno de ellos; también Antoñete, Ortega Cano, Espartaco y otros muchos.

La tauromaquia debería estar eternamente agradecida a un gran torero como lo fue Llapisera, ya que muchos lances que posteriormente fueron atribuidos a Manolete, Chicuelo, y otros lidiadores, surgieron de la inspiración de este gran torero cómico. También es cierto, que jamás se hará el gran tributo que estos artistas merecieron.

Giovanni Tortosa