El pasado sábado veíamos un festejo ofrecido en tierras toledanas. Cuando Noé Gómez del Pilar se descalzó apenas comenzada la faena a su primer oponente, no nos sorprendió en absoluto. Es la moda imperante entre los toreros más jóvenes. En su segundo, Martín de Blas aludió al nuevo «descalzamiento» del joven espada, preguntando si la arena estaba demasiado removida debido a los caballos del rejoneador actuante y era conveniente quitarse las zapatillas. El colaborador César Jiménez no dijo nada al respecto; todos sabemos que Jiménez era uno de los máximos exponentes en torear de esa manera.

Ni el veterano Eugenio de Mora, ni el sobresaliente «Chapurra» en su quite tuvieron que sacarse las zapatillas para someter al toro. Y el suelo era el mismo para todos. ¿Qué sucede entonces? ¿Saben de algún novillero o matador, que en plena tienta se saque los botos y ejecute su labor descalzo? ¿Se lo permitiría el ganadero? ¿Por qué se hace en una plaza, donde hay cientos de espectadores?

Lo de torear descalzo era un recurso en tardes de lluvia, cuando las zapatillas eran excesivamente lisas, no tenían las suelas actuales, que en algunos modelos incorporan tacos para mayor adherencia en la arena. Aun así, debía de estar el ruedo muy embarrado para que un torero, pongamos de los años ochenta-noventa se quitara las zapatillas. Por tanto, no acertamos a comprender esta actitud. Otra de las modas imperantes viene a ser el numerito de los brindis, cuando el torero de turno arroja la montera hacia atrás, y según como caiga, procederá a posicionarla boca abajo, que al parecer puede atraer la buena suerte.

Nos quedaremos siempre con los brindis discretos, cuando el torero deja la montera en el suelo, de manera ceremoniosa o simplemente se la entrega al mozo de espadas. El toreo es una liturgia ancestral, donde las formas, los gestos, los símbolos están presentes de forma inequívoca. No entenderemos jamás, que un sacerdote en plena liturgia religiosa se descalce para estar más cómodo en el altar; o que un tenor de ópera haga lo mismo en el escenario.

Como esto no acaba aquí, nos preguntamos cuál será la próxima moda que nos traerán los oficiantes de la torería. ¿Se quitarán corbatín y chaquetilla en esas tórridas tardes agosteñas, por aquello del calor?  ¡Todo se andará!…

Giovanni Tortosa