Mientras nuestro amado presidente-emperador Cayo Calígula Sánchez se da un ligero y artificioso «baño de masas» en Sevilla, cuál Curro Romero en días de farolillos, como si fuera un famosillo al uso de la execrable Tele-5, unos aguerridos jóvenes con vocaciones toreras se juegan sus vidas en Calasparra y Villaseca de La Sagra. Muchos de ellos, novilleros con escaso bagaje, y que se las tienen que ver ante animales de muchos bemoles.

Saturados cómo andamos, de ferias de medio pelo, de burri-toros con mando a distancia, de las francachelas de Morante, de toros azuleados sin venir a cuento, de tanto presidente con ínfulas de Papá Noel; pues en esas, nos llegan un par de ferias donde posiblemente vamos a ver casta y trapío por doquier. Y si eso no aparece, al menos tendremos emoción en unas novilladas que por volumen y hechuras superaría cualquiera de los bicornes que acompañan a las figuritas del belén.

En la tarde del pasado sábado abría su feria, Calasparra. Dos años seguidos sin oler a toro, por aquel desaguisado entre la propiedad de la plaza y el ayuntamiento, han desembocado en una de las mayores portátiles y de nuevo, las ganaderías con fama de crudeza y verdad se dan cita en la ciudad del arroz.

Barcial fue la designada para abrir fuego este año. Con sus clásicas pintas berrendas, buena presencia y juego dispar, destacando el tercero. Más de media entrada.

  • LAVADO, silencio, silencio y silencio.
  • MIGUEL SENENT ‘MIGUELITO’, silencio, y silencio. 
  • JOSÉ MARÍA TRIGUEROS, oreja con fuerte petición de la segunda y herido.

El novillero murciano José María Trigueros se jugaba todo a una carta en este envite. Ante un futuro más que incierto, Trigueros sacó casta y entrega para domeñar al de Barcial, que por el pitón izquierdo apenas se dejaba y por ello fueron tandas por el derecho lo que le propició, después de una certera estocada, una oreja que debería abrirle paso en otros frentes. Su cuadrilla también brilló y tanto Carlos Pacheco como José Antonio Prestel saludaron en banderillas.

Y de la gloria del éxito, el joven novillero fue volteado feamente contra las tablas por el sexto, nada más abrirse de capa. Aparatosa cogida, que pudo ser mucho más grave de lo que por fortuna resultó. A la memoria nos llegaron imágenes de Rafaelillo en Pamplona, cuando un Miura lo arrojó contra las tablas. Mientras lo de Rafaelillo tuvo consecuencias muy graves, Trigueros sufrió un fuerte traumatismo encefálico junto a una brecha en la cabeza que necesitó de doce puntos de sutura.

Giovanni Tortosa

Foto gentileza de El Muletazo