Morir tan joven por hacer estupideces hubieras estado celebrando una bonita Navidad con tu familia. Esta es una de las frases más líricas, suaves y enternecedoras que dedican al joven torero fallecido los de siempre, los caníbales de las redes, perdón cloacas sociales, que de sociales tienen poco y sí de estercoleros. Otra, una tal Isabel le envía directamente al infierno.
Ayer nos sorprendió ver toda una retahíla de insultos a este torero segoviano, muerto en la plaza de Teruel; aunque también existían mensajes favorables a él. Pero claro, se trataba de una página de Facebook con el nombre Fundación Víctor Barrio, y de repente nos preguntábamos que hacía toda esa gentuza ahí, insultando, berreando estupideces; injuriando la memoria de un soñador de la gloria, caído como un héroe ante la fiera más bella que es el toro. Suponemos que siendo una fundación que defiende el nombre y honor de dicho torero, debería de vigilar y defenestrar todo comentario hiriente hacia él.
Dado que tuvimos una sensación de estupor ante ello, dejamos transcurrir 48 horas para comprobar si los responsables de dicha página habían corregido y limpiado la putrefacción de todos estos individuos. Pero no fue así, y los insultos siguen adornando lo que debería ser un escenario privado, casi sagrado, sólo para los prosélitos del torero. No se trata de un caso aislado, en cualquier página de temática taurina se suelen dar estos hechos. Y si es cierto, que cada vez los aficionados taurinos elevan su voz ante estos desalmados, creemos que los responsables de estas publicaciones muestran una tolerancia excesiva en estas situaciones.
Para colmo, el título del post donde sucedía rezaba un sencillo: «Felices Navidades». Cualquier motivo es factible para que estos delirantes saquen su discurso maniqueo, tan previsible, cansino y enfermizo como todo aquello que surge del cerebro de la ministra de igualdad; los mismos tópicos y axiomas de siempre, de una gran pobreza expresiva, errores ortográficos incluidos. No les basta con atacar a cualquier profesional en activo, como tienen el alma de un cajero automático, también se recrean en los que tuvieron la desgracia de morir en un ruedo como Víctor Barrio o Fandiño.
No es extraño que sucedan estas cosas, en un país como España donde es líder mundial en la ocupación de viviendas, y decimos esto porque esta panda de vándalos se parecen a los «okupas», en cuanto a entrar en propiedades privadas, echar a sus dueños y quedarse ahí. Se cuelan en aquellas páginas donde se supone que son un espacio ideado para aquellos que profesan admiración y respeto hacia algo o alguien.
Quizás y sin darse cuenta, estos fanáticos cada vez están más próximos a la filosofía de Adolf, aquél pintor fracasado, acérrimo defensor de los animales y que llevó a la muerte a poco más de seis millones de judíos, como así también a homosexuales, gitanos, eslavos, discapacitados físicos, enfermos mentales, prisioneros de guerra soviéticos y opositores políticos a su régimen.
Giovanni Tortosa.