TOROS ILUSTRES: BASTONITO

7 de junio de 1994, fecha que permanecerá para los anales de la Tauromaquia. Fecha en la que se dio lidia y muerte a uno de los toros más recordados por todos los aficionados: nacido en la Finca Wellington, muerto en Las Ventas de Madrid. De ganadería ilustre, Baltasar Ibán, exigida por muchas figuras. De verdaderas figuras, como Camino, Viti y Puerta, en aquel ya lejano 1969. De nombre Bastonito, que aún hoy, 22 años después, siguen recibiendo premios nombres de ese categórico nombre. El precedente más cercano, el novillo de la Feria del Zapato de Arnedo.

Meció el César colombiano los brazos a la verónica de salida. Denotando la codicia de tomar los vuelos por abajo, pese a salir distraído y sin fijeza. La receta del maestro Rincón fue la de perderle pasos, no agobiarlo por abajo y esperarlo. Empujó con fuerza en el primer encuentro: riñones metidos, cara humillada y penca del rabo levantado, estrellando al caballo en tablas. Se enceló con el jaco, eso sí, el picador mantuvo la puya sin empujar. El toro, con fijeza y humillación. Lo que se llama clase en el peto. Por fin, con el palo levantado, fueron capaces de sacar al toro del caballo. Para colocarlo en la larga distancia, a la que el toro acudió galopando, pronto y humillado. El picador, con esa gallardía de quién se siente torero, le echó el palo. Picando un tanto trasero. Volvió a encelarse en el segundo encuentro, sin empujar el del castoreño como debe. ¿Fue bravo? Con criterios actuales, podríamos decir que fue excepcional en el caballo. En 1994, el gran don Joaquín Vidal se quedó con la duda, por no colocarlo por una tercera vez al picador. Yo también me quedé con la misma duda.

En la muleta podría definirse al toro como fiero. Fiereza brava. Fiereza de toro, de aquellos que en torneos romanos y en la España del siglo XVI, ni leones ni tigres ni osos tenían la capacidad para vencerlos. Humillada embestida, sabiendo lo que se dejaba atrás. Como toro encastado, que era lo que más derrochaba, no se salía de las telas, por la codicia de volverlas a tomar. El toro de excesivo recorrido es manso. Necesario y poderoso inicio por debajo de César Rincón. Derrocharon casta y gallardía toro y torero. Bastonito estuvo por encima de César, una figura cargada de billetes con actitud novilleril. Ambas cosas, mantener esa actitud y poder al toro, no es fácil. El de Ibán cantó la exigencia de que fuera todo por abajo, con la muleta en el hocico, que solo viera muleta. Con la distancia requerida.

Al entrar a matar sufrió una espeluznante cogida que le supuso una leve cornada. Madrid, eufórico y entregado, concedió el apéndice a la raza del torero y la vuelta al ruedo al encastado, aunque no sabemos si bravo, Bastonito. Como decía el llorado Vidal, y nos dieron las tres de la madrugada discutiendo sobre si fue, o no, un toro bravo, pese a que en la muleta pareció que sí, muchos toros cantan la gallina en el tercer puyazo.

 

Autor: Juan Infestas Perez