Una entrada muy regular, como han sido la mayoría en esta temporada fue la que registró el coso de Insurgentes esta tarde en que el viento molestó por instantes dejando una gélida sensación en el ambiente.

Se lidiaron toros de Villa Carmela, en general bien presentados, aunque fue protestado el segundo de la tarde. Descastados, con falta de bravura y de fuerza destacaron tercero y sexto por su transmisión y recorrido.

Nuevamente vuelvo a hacer énfasis en que a los toros se les debe picar. Esta tarde algunos recibieron apenas una inyección. Estamos perdiendo el bellísimo tercio de varas.

Ferrera había tenido una primera tarde muy desafortunada, y es que es sin duda un torero de pasiones, envuelto en una mística que lo lleva cual vuelo de palomas o en un instante hasta el fondo Del Mar. Y esta tarde salió inspirado y ansioso por conseguir un triunfo a como diera lugar, a recuperar el cariño de un público sensible y entregado que hoy se ha desbordado con él.

Entretejiendo la palabra con la métrica perfecta, acompañó la furia con el roce sublime de la seda, mostrándole al soso el final del arcoíris. Y pese a la nula colaboración de su enemigo, fue de la lírica a la épica, buscando acorralarlo, obligándolo a entregar su aliento y embestir sin armonía pero entregado a su cacique. La estocada un tanto desprendida le otorgó una cerrada ovación por parte del respetable.

Pero no estaba dispuesto a permitir que su segundo se fuera entero por el sombrío túnel.

Decidido a sublimar los sentidos nos regaló unos versos empapados en sensualidad y romance.

Y hubo de esforzar la tierra por sembrar la rosa

y hubo de buscar el agua en el vacío desierto

y hubo de amar en el pecado entregando el alma

dejando a cambio su vida en el intento.

Evocando las viejas historias del abuelo

que nos trajeron remembranzas del pasado, ese pasado que hoy se ha terminado

y sin embargo aún enciende el fuego.

Y no olvidando que la vida continúa

alzó la voz encima del guerrero,

blandió su espada con firmeza pura

y acabó con su vida de un intento.

Y volaron eternas mariposas,

blancas como la mar en su revuelo,

solícitas buscando la piadosa

generosidad del alto fuego.

Dos orejas fueron el resultado de la entrega de un hombre que en su locura crea el arte. Cómo bien lo decía, recordándonos a toreros icónos de la fiesta Mexicana, como “El Pana” y “Curro” Rivera, y recordándonos que el toreo además es un gran espectáculo y que gusten o no las formas, su toreo un tanto afectado, hay que salir hablando de toros. El manso dejó en manos de Ferrera toda la responsabilidad y en su genialidad sacó de la noria una cascada inmensa.

Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células del nácar comienzan a cubrirlo  incansablemente, para proteger el cuerpo indefenso.

Una ostra que no ha sido herida, no puede generar perlas, ellas son producto de un intenso dolor, de una cicatriz en el cuerpo y en el alma.

Y sin duda una perla enorme es Arturo Macías, quien ha luchado contra toda adversidad, contra la muerte y que lleva el cuerpo lleno de heridas, mismas que a pesar del dolor lo han llevado a sobreponerse al miedo más grande que tiene un torero… no volver a vestirse de luces.

¿Cómo comprender hasta donde llega la afición cuando el mismo cuerpo quiere negarse y la mente le guía en su camino?

Dos toros sin opción, sosos hasta la médula. Un primero insulso, vacuo, anodino, monótono y apático en el que tuvo ciertos detalles que le fueron agradecidos, sobretodo después de una estocada desprendida de prontos efectos. Su segundo con poco recorrido y echando la cara arriba, no tanto con fiereza como con la incomodidad de no querer estar en el recinto.

Y sin embargo con un gran tesón fue ganándole el terreno y mostrando lo que le ha hecho salir en hombros innumerables veces. Pero la tela era de mala calidad y se desprendían los hilos, desmadejando el traje que hoy no le fue a la medida.

Hubo quien en el tendido comentó que quizá se había adelantado en su recuperación tras esa terrible cornada recibida en septiembre del pasado año en Madrid y que hoy lo hace utilizar un aparato ortopédico para poder tener movilidad en el pie derecho. Pero eso solo lo sabe el torero y pese a que no se coronara, hoy tuvo una digna tarde qué hay que reconocerle.

Luis David ha ido transformándose a través de los años y ayer puso en el mostrador sus capacidades.

Hay mujeres que gustan de una rosa, otras de una tierna palabra, otras más de un regalo, o de la simple compañía.

Su primero tuvo mucha calidad y recorrido, y sin embargo le costó al hidrocálido encontrar esa distancia, dándole ventajas al astado que mandó en los terrenos. Sin embargo ya para el

final de la faena comenzó a entenderlo, a sonreírle a la posibilidad del triunfo y a acariciar las embestidas. Quizá un tanto soberbio insistió en entrar a matar recibiendo, fallando en contables ocasiones, la damisela prefirió hacerse a un lado.

En el sexto de la tarde, al que decidió tocar con delicadeza, podríamos ver una diferente declaración de amor

Cómo decía Octavio Paz

“Dos cuerpos frente a frente

son a veces dos olas

y la noche es océano”

La juventud en ocasiones no da esa oportunidad de sentir lo que hacemos, de vivir al máximo no esperando nada más que la simple oportunidad que nos da la vida.

Es quizá mi apreciación de Luis David. Está aferrado al triunfo pero se olvida de la esencia. Y pese a que tuvo momentos extraordinarios en que se compenetró con su enemigo, se siente un vacío. Tiene grandes capacidades y sus trazos son finos pero….

Una oreja por la fuerte petición y una faena que apenas puedo recordar al momento de escribir estas líneas.

El próximo domingo no hay corrida, por el Súper Tazón y la misma se dará el lunes dentro del marco del aniversario de la inauguración de la plaza.

Serán Enrique Ponce, José Mauricio y Joselito Adame quienes lidien un encierro de Fernando de la Mora.

Por Alexa Castillo