Ya entrada en faena la temporada taurina, hay ausencias a las que el paso del tiempo no hace justicia.

Hablemos de Damián Castaño, al que es inevitable no echar en falta en la feria de San Isidro, siendo esta la más importante del mundo, espejo de virtudes, escaparate de demostraciones y derroche de intenciones.

Feria en la que el torero Salmantino no pierde la esperanza  de que a lo largo de la temporada pueda ver reflejado su nombre en los carteles.

Mucho ha de agradecer el aficionado al torero que sin ningún tipo de pudor ni miedo, pero sí con respeto, reconoce que no le importa torear cualquier tipo de ganadería, verse las caras con encastes complicados, de los que hay que limar miles de asperezas, de los que hay que tapar defectos y ensalzar virtudes, quien solamente puede “tapar” el toreo puro, el toreo de verdad, en definitiva, el toreo que sale del alma y de la cabeza fría, dejándose llevar por los sentimientos y las emociones que son inefables hasta para los más entendidos en la materia.

Desde pequeño Damián ha luchado por su sueño, siendo para él ejemplo mucha gente de la que se ha rodeado, que le han inculcando valores, le han enseñado a no tirar la toalla, a no bajar la cabeza ni encogerse de hombros cuando las cosas no salen como uno quiere.

Seis años son los que le separan de su alternativa tomada en Gijón el 14 de Agosto de 2012, con toros de Conde de Mayalde, cuyo cartel lo completaron Javier Castaño y Matias Tejela.

Años en los que el torero no ha dejado de luchar a pesar de las escasas oportunidades brindadas, no renunciando a nada de lo que se le ha ofrecido, siendo conocedor en todo momento de lo que tenía delante, y no defraudando al público que tanto anhela que tenga más presencia en las ferias.

El tiempo tampoco le ha eximido de los inviernos duros, de los que los toreros con armaduras de hierro salen reforzados, más cuajados, con las ideas más claras, pero sobre todo con más ganas de torear que nunca, quienes piensan que la temporada  que se presenta va a ser la más exitosa, en la que los triunfos se van a ver recompensados equitativamente por el esfuerzo realizado en medio del frío, los madrugones, el duro entrenamiento, la disciplina estricta, los tan necesarios tentaderos… cuyo detonante es la búsqueda interminable de esa conexión tan necesaria con el público.

Torero de raza con mucho camino andado, en el que ha habido mas baches que sendas de rosas refinadas y de bonitos colores.

Es él mismo quien reconoce la falta de presencia de su nombre en los carteles, de los cuales si se puede llegar a entender la complejidad en sus confecciones, siendo a su vez lícito reconocer también, que no se comprenda la escasez de oportunidades en los mismos.

Delante de un toro es como se siente feliz Damián, deseando con todas sus fuerzas tener las ocasiones tanto anheladas que de verdad le llenan, y entonces el aficionado pueda ver su evolución, sus pasos dados con minuciosidad en el mundo del toro, y así poder dejar patente la ambición que Damián tiene presente en su día a día para conseguir abrirse paso y estar en las ferias.

La actual ilusión del torero se aproxima, siendo en Mauguio el 23 de junio, con un encierro de Gallón el compromiso mas cercano.

Debuta en Francia como matador de toros y es para él una fecha importante ya que según nos comenta Damián, afronta con mucha ilusión, cuyo deseo es dejar buenas sensaciones ante la afición francesa tan respetada y con buenos aficionados, que a buen recaudo sabrán valorar el esfuerzo y recompensar la actitud y las ganas.

Ojalá todo lo que conlleve esta temporada del Salmantino sean tardes de éxito que se transformen en triunfos.

Siempre hay sueños y deseos de triunfar en la mente del cualquier torero, quizás este sea el año de ver cumplido su sueño, año en el que pueda debutar en su tierra que tanto merece, año en el que le veamos hacer el paseillo en esa plaza tan especial que cada mes de septiembre abre sus puertas correspondiendo a la festividad de la Virgen de la Vega, año en el que por fin Damián, pueda cumplir su sueño de torear en “La Glorieta”.

Por Gabriela Martín 

Fotografia Manuel del Moral