2020 trajo abundantes males, y no pocos en el mundo del toro que ha sufrido los añadidos este año más los que ya padecía.

En el caso de quién esto escribe fue una profunda crisis de afición. Llegué a aborrecer absolutamente todo lo que tuviera que ver con los toros y, sobre todo, los toreros. Pero, como con muchas cosas, la lectura resultó la mejor medicina y gracias a un libro (Tauromaquia Moderna, Federico M. Alcázar, 1936) he vuelto a interesarme por la tauromaquia con la mente clara de nuevo, y como en la parábola del hijo pródigo, uno vuelve a su querencia. De todo se puede sacar algo bueno, y es que el tiempo da una perspectiva importante: si ésto se va a acabar más pronto que tarde, al menos disfrutemos de ello lo que queda. La disposición está por nuestra parte, pues creo que hablo por toda la afición, ahora ya sólo falta la buena fe de toreros, empresarios y ganaderos.

Además, el susodicho 2020 trajo consigo una temporada vacía, no difícil de superar por esta 2021. Leves ruidos de fondo con nombres propios como Gómez del Pilar sonaron sobre el plantel de carteles repetitivos, anodinos y bochornosos que presentó la Fundación Toro de Lidia (FTL), que siendo justos ha movido el mundillo, sí, pero mal y con lo mismo de siempre: en cuanto a toros, mientras unos lidiaban corridas a diestro y siniestro (como el señor presidente de la FTL), de otros hierros más humildes y tanto o más bravos no han tenido una sola oportunidad. Tal es el caso de Los Maños, Valdellán, José Luis Pereda, Arauz de Robles, Pablo Romero… Y podría uno seguir, pues mientras unas pocas han lidiado al menos la cabeza de camada y unos pocos toros más, otras han lidiado unos pocos toros o ninguno. En cuanto a toreros pues bueno, pese a mi desconexión, he tenido la suerte de contar con un buen amigo y excelente aficionado y articulista como es Pablo Pineda que me ha resumido bien la temporada, y si a una conclusión he podido llegar ha sido a que, de nuevo, la repetición se ha comido la mayor oportunidad para introducir cambios en este mundillo. Por ejemplo: la Fórmula 1, deporte al cual uno es aficionado, suspendió su temporada. Y mediante la contratación de nuevos circuitos, la vuelta a antiguos trazados, experimentos y cambios ha resultado una de las mejores temporadas de los últimos años. Ese es el mensaje: cambiar, muchas veces, trae sorpresas muy positivas.

Lamentar hemos el no haber podido apreciar en su esplendor las dos ferias clave de la temporada para un servidor: Céret en Julio y la feria de desafíos ganaderos de Las Ventas en Septiembre, aunque ya sabemos la calaña que hay metida en La Monumental.

En fin, no pretendo alargarme más, simplemente desear un excelente año taurino y que, con un poquito de fortuna, las cosas cambien a mejor (si es que estamos a tiempo).

Por Quesillo