Y llegaron los esperados Dolores Aguirre, ganadería que por su dureza y poder no dejan a nadie indiferente. Sin embargo, la expectación generada ha sido mucho superior al resultado final. Corrida muy sería como siempre ha sido santo y seña en casa de doña Dolores. Detalles sueltos de seis animales que no llegaron a romper. Enfrente, una terna que también ilusionaba al aficionado: Gómez del Pilar, Javier Jiménez y Miguel Ángel Pacheco.
La tarde del madrileño Gómez del Pilar arrancaba con una clara declaración: se fue a porta gayola. Recibió al toro, y desde ese momento demostró sus ganas de ser torero y tener contratos. Muy activo durante toda la lidia, pendiente a todo lo que se pudiera dar en el ruedo. Se colocó con total sinceridad, dando los pechos y las femorales. Sin embargo, poco pudo hacer con el toro que le correspondió en suerte. Su segundo toro ilusionó por su pelea en varas, al tomar cuatro varas cumpliendo sobradamente en ellas. No obstante, acusó el castigo, rajándose una vez iniciada la faena de muleta. Poco pudo hacer y no anduvo muy acertado en la lidia.
De Javier Jiménez poco puede decirse, solo que está muy verde en estos tipos de lidia. Expuso sus recursos sin cuajar ni esperarse que lo hiciera. Toreo posmoderno en su máxima exposición.
La gran revelación de la tarde fue Miguel Ángel Pacheco, tanto fue así que se ha ganado la sustitución de Román. En el primero de su lote, poco pudo hacer, animal muy agarrado al piso imposibilitando el triunfo. Sin embargo, el cante grande llegó en el sexto de la tarde. El toro fue de menos a más, como corresponde a su encaste. Todo ello fue mérito, sin duda, de Pacheco. Le dio las vueltas al toro, le buscó las cosquillas por uno y otro lado hasta que logró hacerle una faena maciza. Tanta fue su predisposición que cobró una dura voltereta. Sin mirarse volvió a la cara del toro. Se lanzó sobre el morrillo del toro y arrancó una oreja.
Por Juanje Herrero.