Como dijo José Ortega y Gasset “El esfuerzo es sólo esfuerzo cuando empieza a doler”. Esa frase por si misma da para hacer un libro, una crónica o una noticia, pero es que esa frase define a un torero con nombre y apellidos, un torero que dignifica una profesión cada día más atacada por filibusteros. Ese torero es Paco Ureña, un hombre sencillo que hace para s mismo la frase. Porque bien lo sabe Paco lo que es el esfuerzo y el dolor, mismamente hoy ha vuelto acrecentar la importancia de esa frase.

Esfuerzo y dolor, dos palabras que van unidas al toreo, pero que hoy se unen para dar sentido a la vida de Paco Ureña. Hoy en su segundo toro hemos visto el dolor, y como en el sexto la palabra esfuerzo ha cobrado más importancia.

Hoy era día de cultura, por lo menos es lo que rezaba en la entrada, corrida de la cultura, -por lo visto los demás días la cultura sobra-, hoy parecían todos eruditos, filósofos, escritores, maestros del arte, con maestría en varias disciplinas. Bebedores a destiempo y palmeros por pundonor. Por lo menos hay algunos que entienden de toros y también de cultura, y puedes pasar la tarde entre anécdotas de vidas ajenas, perfumadas en sueños de juventud.

Tarde de expectación, tarde de decepción, tuvo que volver al ser en el sexto, por azares del destino el que estaba reseñado quinto, asique hoy nos podemos apropiar varios dichos, “no hay quintos malo” y “hasta el rabo todo es toro”, porque el que hacia quinto, salto en sexto lugar al estar el maestro Ureña en la enfermería, asique cumplió como quinto bueno, e hizo la conspiración de las puertas grandes de Roca Rey con Parlade y Miranda con Juan Pedro en el sexto toro.

Madrid le esperaba y él lo sabía y no quiso faltar a su cita, ni con las costillas rotas. Probablemente no haya sido la faena más limpia de todas, tampoco la mejor estructurada, tal vez con la derecha haya excedido con el pico, pero lo que es cierto que ha sido la más disfrutada por el público madrileño, murciano, nacional, internacional y de todo índole. Ureña empezó por arriba, quieto como una vela, dejando llegar al toro, desplazándole con delicadeza, con la barbilla metida en el pecho, para rematar con un zurdazo pasándose al toro por el fajín, de esos naturales “embraguetados” marca de la casa. Siguió con la derecha, un toro noble, que repetía, con casta y que empujó en el caballo, lo toreo dando el pecho, anclado en las zapatillas, sin exagerar los movimientos, intentando cargar la suerte. En su último tanda con la derecha el toro perdió las manos de la codicia. Luego se dejó ver con la izquierda, al natural, donde baso la faena, y donde llegó lo más importante de la tarde, una tarde grabada a fuego en el corazón de las 23mil y pico almas que estaban en Las Ventas del Espíritu Santo, los oles al natural fueron fuertes, al unísono, cuanto más puro, más fuerte, cuanto más cerca, más se alargaba el ole… naturales, algunos de ensueño otros de bálsamo y alivio, una faena corta, como pedía el toro, como pide la inmortalidad, para que se recuerden los detalles. En corto y por derecho se tiró a matar, a un toro de nombre “empanado”, y el toro tardó en caer, como los bravos. Dos orejas tal vez no de ley, pero sí de justicia, dos orejas a una vida de esfuerzo, de lucha y constancia, de sufrimiento y soledad, dos orejas que son para siempre, pues ya nadie se las podrá quitar.

Paco Ureña tuvo la suerte de las figuras y le tocó el mejor lote un lote encastado, con transmisión y sin llegar a ser la tonta del pueblo… toros que tenían sus teclas, y Paco les receto una sinfonía de pureza y naturalidad. Con su primero no llegó de acoplarse, ni apostar por el toro en demasía, la voltereta fea, apunto le cuesta un disgusto. Madrid y su sensibilidad, en ocasiones empalagosa perdonó la falta de clarividencia y supo esperarle en el segundo toro de su lote con actitud, expectante e ilusionante, algunos demasiado ventajista, pues ni se pararon a paladear el momento.

Castella y Roca Rey quedaron prácticamente inéditos, ante 4 mansos, pero estos sin transmisión que hicieron difícil ver su toreo tan particular, como en ocasiones ventajistas. Nos quedamos muchos con las ganas de un buen toro para Roca Rey, para quitar del medio alguna figura, y quedarse mandando en solitario, pero hoy no fue ese día, ni aunque algunos aplaudieran cualquier trapazo.

Ante el éxtasis y el jolgorio se despide Madrid, que mañana espera con actitud positiva a Pablo Aguado, tal vez también le quieren coronar sin merito, solo con vestirse de torero. Mañana media Sevilla cogerá el Ave dirección a la capital, pero hoy de momento un torero sencillo, cercano y sufridor, uno de Lorca ha conquistado Las Ventas por primera vez.

Por Roberto García 

Foto Javier Arroyo