Tras el pasado 10 de mayo, ratificado por lo del 18 del mismo mes, la tarde de ayer era una de las marcadas en rojo por todos los aficionados. Tanto fue así que una tarde condenada a la media plaza (a los dos tercios, en el mejor de los casos) registró un “lleno de no hay billetes”. Todo ello respondía a una única razón: Pablo Aguado. El sevillano, con su naturalidad y torería, ha revolucionado el cotarro. Es un hecho incontestable. La tarde iba a ser para él, pero el azar no quiso que fuera así. El gran triunfador fue, sin duda alguna, el ganadero: don Santiago Domecq Bohórquez. Corrida importantísima con tres toros destacados por encima del resto: primero, segundo y sexto. Completaron la tarde “El Fandi” y López Simón.

 

Recibió el sevillano al tercer toro de la tarde por verónicas. Se agradece la voluntad de Aguado por reivindicar tan difícil lance, denostado por las otras sensaciones del momento. El toro embistió con la cara por arriba, no supo lo que era la humillación. Cumplió sin más en el caballo. Quitó “El Fandi” y replicó por chicuelinas Aguado, abrochado el quite por una sensacional media. En la muleta, el toro obedeció con gran nobleza, sin acabar de romper. El inicio de faena fue cumbre, con la pierna genuflexa, temple y mano baja. La faena estuvo cargada de torería y sabor. Sin embargo, no fue la tarde del sevillano. Se colocó excesivamente al hilo del pitón y citó con el pico. No solo cuenta la verticalidad y la naturalidad. Apretó en una sola tanda y el animal respondió. No obstante, hubo tantos detalles toreros que le hubieran servido para cortar una oreja. Pinchó y resultó corneado. Sainete con el descabello. No pudo matar el sexto.

 

La tarde empezó bien con el primer toro, un animal inmenso, sobre todo muy alto. Le correspondió su lidia y muerte a “El Fandi” que estuvo, como toda la tarde, muy suelto y poderoso con el capote. El animal, nada sobrado de poder, se dejó pegar sin más en el caballo. Como dice el taurinismode forma tan insultante, se le cuidó. El tercio de banderillas tuvo la misma espectacularidad que siempre que torea el granadino. Sin embargo, se convierten en un despliegue de facultades físicas más que de torería. Se celebran más las carreras que colocar pares en la cara. Por eso, “El Fandi” no clava ni uno asomándose al balcón. Inició la faena de muleta de forma explosiva rodilla en tierra. Ahí el toro metió la cara y tuvo embestidas muy humilladas, con gran profundidad. Muy pronto y alegre. Parece que el matador no lo supo ver y se empeñó en llevarlo a su altura. La faena se orquestó en las ventajas de siempre más una concatenación de mantazos. El cuarto toro fue el peor de la tarde, pese a su bella lámina. Aburrieron uno y otro. El granadino puso toda la gracia que pudo en la muleta, pero es tan poco…

 

En la tarde de ayer se consumó el enésimo petardo de Alberto López Simón. Entro en depresión cada vez que recuerdo que este señor lleva cinco puertas grandes. Digno de cuarto milenio. Le correspondió el mejor toro para la muleta, no exento de dificultades. Manseó el bonito negro salpicado durante toda su lidia. Al acabar el tercio de banderillas, huyó pavorosamente a chiqueros. El inicio de faena no fue el más acertado, pues le abría la salida. Cualquier aficionado sabrá que, en estos casos, hay que centrar y sujetar la embestida. Con más razón lo conocerá un torero. Eso suponía yo, pero parece que no. Cada vez que el toro se quedaba y le dejaban la muleta puesta repetía con profundidad, ritmo y mucha casta. Todo eso por el pitón derecho, ya que, por el otro, salía con la cara a su altura. López Simón le pegó, creo yo, cerca de mil muletazos. No recuerdo ninguno. Pinchó y, afortunadamente, no cortó ningún trofeo. El quinto toro, sin ser malo del todo, fue de los peores de la corrida. Pronto, como toda la corrida, pero no se salía de los vuelos. Cabeceaba a veces y, en otras, embestía con la cara abajo. Todo eso sumado a la apática tarde del madrileño.

 

Como ha sido norma general en toda esta Feria, el mejor toro de la tarde salió en sexto lugar, “Zahareño” de nombre. Este toro correspondía a Aguado, pero lo acabó lidiando “El Fandi”, puesto que el sevillano estaba siendo intervenido en la enfermería. El animal fue, sin duda, uno de los toros más bravos de los 204 estoqueados esta tarde. Sin temor a equivocarme, el mejor en el caballo. Empujó con los riñones, fijeza, humillación y poder en la primera vara, bien colocada por Manuel José Bernal. Con tanto ímpetu acudió al segundo encuentro que del topetazo estrelló contra el suelo al piquero. El matador solicitó el cambio de tercio, pero acertadamente el presidente no lo autorizó, pues en el segundo puyazo no había habido tiempo para meter las cuerdas. Entonces, “El Fandi”, en una demostración de afición, colocó al toro prácticamente en el centro del platillo. Demostración de toreo a caballo de Bernal, dando lugar a que el toro se arrancará al galope para embestir con categoría en el caballo. La plaza tributó la ovación más cálida y sincera de la tarde. Enorme tercio de varas. También hay que agradecérselo a “El Fandi”. El matador aprovechó todos los quites, por faroles y caleserinas. Variedad con el capote. El tercio de banderillas hizo que la plaza explotara a su favor. Clavó cuatro pares. Muy exigente con el toro, muchas carreras. El extraordinario animal llegó desfondado en la muleta. Sin embargo, ahí quedará el recuerdo de ese tercio de varas.

 

Como ven, el ciclo de San Isidro, pese a que ayer fuera la corrida de la prensa, se cerró con una tarde de mucho contenido, sobre todo en lo ganadero. Aprovecho para transmitirles el honor que ha sido para mí acompañarlos durante tantas tardes. Mañana será un día más triste… Empieza la cuenta atrás para el próximo San Isidro.

 

Por Francisco Díaz.