Triste entrada registró la plaza más grande del mundo en los que fue la décimo primera corrida de la temporada grande.

Se lidiaron toros de la afamada ganadería de Piedras Negras que celebra este año los 150 años de su fundación. Bien presentados y que hicieron las delicias en el caballo, arremetiendo con codicia y con bravura, defendiendo con integridad su sitio en la historia del toreo en este país. En juego hubo variedad, destacando tres toros uno de los cuales fue indultado.

José Luis Angelino es un torero que ha tenido buenas temporadas, con calidad en su que hacer y que además estaba obligado a triunfar esta tarde con una ganadería que lo vio nacer, en la que creció y aprendió de la mano de su padre, el famoso banderillero “Pulques” quien nació en la dehesa, las labores y amor por la fiesta. Toda una vida en el campo entre vacas bravas y bravura. Pero la romántica historia no tuvo un final feliz.

En sus manos hubo un gran toro con el que tuvo detalles agradables a los parroquianos y sin embargo no redondeó ni la faena, ni la tarde. Dos aparatosos tumbos ya calentaban las manos del público, que hoy nuevamente salió hablando de toros. Pésimamente lidiado en el segundo tercio, banderillas que solo cumplieron sin llegar ser nada del otro mundo. Pero no hubo entendimiento entre las partes. El diálogo tenía bemoles y aunque se trataba de llegar a un acuerdo, éste no existió y dejó ver estos meses de ayuno que hoy repercutieron para mal. En su segundo hizo un esfuerzo mayor en los tres tercios, más la armonía no se hizo presente. Le hemos visto a lo largo de su carrera, tardes interesantes pero no acaba de romper, de dar la nota. Está encuadrado en un rango vocal y quiere alcanzar un tono que se le va de las posibilidades. Era una tarde obligada para un do de pecho y éste no llegó.

Tuve la oportunidad de leer en estos días, un par de entrevistas que se le hicieron a Antonio García “El Chihuahua” y tomándolas en cuenta, mis expectativas por verlo salir en hombros eran muchas. Hizo declaraciones muy desafortunadas envanecido por ser unos de los toreros que en la Provincia de este país más trofeos consigue y los que según él son la esencia del toreo.

Y sin bien le correspondió el lote menos potable, tampoco vimos a ese Coloso que es capaz de voltear las condiciones a su favor y generar emociones en cada muletazo.

¿Que se necesitan toreros con valor a prueba de fuego?, ¡Cierto!, pero el toreo vive de las emociones, enaltece los sentidos cuando un pequeño detalle es capaz de mantenerse en la retina. Cuando se trastocan sensaciones que alimentan el alma. Y no hubo en su andar un solo trazo que pueda permanecer en el recuerdo. Empecinado trató de hacer lo que su capacidad le da y es sin duda loable. Pero la Plaza México no es un pueblo más. Es la Catedral del Toreo, y la misa no tuvo un sermón conmovedor.

Se volcó a los lomos pero fue en vano. Hoy la suerte que siempre le acompaña, le abandonó en ambos toros. A veces hay que tener cuidado con lo que se dice.

Gerardo Rivera apuntó un par de lances que alteraron los ánimos para bien y que nos dan la esperanza de que este joven en algún momento logre encontrarse y tener una carrera llena de dignidad. Se le pasó la mano en el caballo, acabándose a un toro que apuntaba las posibilidades de servir a su amo. La sangre que brotaba, formaba ciénegas. Al final de la faena, misma que careció de estructura, el animal se echó teniendo que ser apuntillado.

Y salió el que cerraba plaza “Siglo y medio” que desde la puerta de toriles transmitió lo que traía dentro. El chaval lo quiso recibir a “porta gayola” lo que se agradece, pero no logró cambiarlo y hubo de lanzarse él para evitar una tragedia.

No he visto torear más rápido en muchos años.

Ya lo decían los grandes “Reza porque no te toque un toro bravo” y le tocó. Pero esta clase de toros requieren de maestría, de vocación, de oficio y de temple.

Esta vez no quiso excederse en el caballo y solo apuntó la puya.

Invitó a Angelino a clavar banderillas lo que le dio variedad. El toro, que tampoco se lidió en este tercio de manera adecuada, y sin embargo mostraba esa casta que lo hace merecedor a ser el rey de la naturaleza.

Digamos que fue un romance arrebatado. No había tersura en sus manos, como el amante desenfrenado que deja la galantería para otro momento y sucumbe ante sus pasiones aprisionando cada trozo de piel, estrujándole convencido de que si no lo hace, ese brillante ser se esfumará sin dejar más que el aroma de lirios y azucenas en las frías sábanas de seda.

¿Fue de indulto?, para unos sí, para otros no, la división de opiniones es muy válida. No me atrevo a emitir un juicio porque para mi no hubo una faena. El chico pegó pases, mismos que el toro le obligaba, deseoso y embelesado por la muleta. Es muy complejo poder estar a favor o en contra cuando yo veía a un toro enamorado, seducido por la gracia, entregado, encima con las intenciones de su estirpe pero con clase y elegancia. Dejó ver las carencias de su lidiador y vació su espíritu en los minutos más grandes que vive un toro de lidia.

¿Merecía vivir? Nunca lo sabremos, pero hoy está vivo. Ya sabrá el ganadero si bajo su exigencia el toro cumple con las bondades para ser semental.

Lo que sí puedo asegurar es que fue un gran toro, uno de los mejores que he visto en algún tiempo.

Se habla incansablemente de la suerte que a veces no acompaña a los toreros y que les hace toparse con un toro complicado o descastado, pero hoy fue al contrario, un toro bravo no tuvo la suerte de caer en las manos que supieran acariciar sus embestidas y una de dos, o cortarle las orejas, o regresarlo al campo con la aprobación general de un público que ayer volvió a ver toros.

Vuelta al ruedo del ganadero con el torero entre protestas, más por la actuación del Tlaxcalteca que por el repudio al perdón de la vida del astado.

 

El próximo domingo se anuncia la doceava corrida de la temporada con la que se cumple el derecho de apartado, mismo que este año tristemente no se utilizó.

Serán Uriel Moreno “El Zapata”, Jerónimo y Antonio Mendoza los encargados de pasaportar un encierro de Pozo Hondo.

Por Alexa Castillo