Mucho ruido y pocas nueces
Cuando llega la temporada de fallas parece que Valencia adquiere un color especial, por unos días salimos de la rutina del invierno, y sacamos a pasear nuestro espíritu. Todavía me pone la piel de gallina el olor a pólvora, ese pequeño jaleo que se forma para ver las trabajadas fallas y esa incertidumbre que crea