Lo cuenta Pla Ventura: Dios, mis libros y silencio, limpia casa, justo pan…
Dios, mis libros y silencio, limpia casa y justo pan, inquietudes, añoranzas y no pido más. Esta era la sentencia de un hombre inolvidable al que tuvimos el gusto de conocer y amar, se llamaba Rafael Herrero Mingorance, un aficionado a los toros de altura y, por encima de todo un poeta singular. ¿A qué