En el día de ayer, la señora Rosario Pérez en sus páginas del diario ABC nos obsequió con un documento de una relevancia exquisita, nada más y nada menos que las opiniones de un genio llamado Luís Francisco Esplá, el mejor orador en la historia del toreo, siempre, como sentencié tantas veces, con el permiso de Ignacio Sánchez Mejías. Es alentador escuchar al maestro puesto que, para sandeces, ya tenemos a los políticos. Sus palabras siguen siendo un bálsamo para el corazón de cualquier aficionado que pretenda conocer la verdad de los toros y, como explica Esplá, la verdad al más alto nivel tanto en lo que concierne al mundo taurino como cuando se adentra en la política.

Hombres como Luís Francisco Esplá, que es tanto como hablar de los poetas, son los que salvarían al mundo de la hecatombe que quieren vivir; y digo que quieren vivir porque así lo manifiestan en las urnas para, más tarde, quejarse amargamente. Oiga, ¿quién puso a Pablo Iglesias en el gobierno? Hostias, los votos que recibió, los que le bastaron y sobraron para unirse con el tramposo de Pedro Sánchez para, en la actualidad, regir al país para qué nos vayamos todos a la mierda.

Por cierto, Esplá le manda un saludo de cortesía a Pablo Iglesias alegando que, junto a dicho tipo no haría jamás el “paseíllo” Le asiste toda la razón al maestro alicantino que, desde su trinchera alicantina es capaz de razonar lo que los políticos son incapaces de hacer y, mucho menos de aplicar. Palabras mágicas las suyas llenas de talento, coherencia, sentido común y todos los epítetos más claros que pudiéramos soñar, todos tienen cabida en las palabras de Luís Francisco Esplá Mateo.

Un Esplá que analiza con rigor toda la problemática del mundo de los toros, justamente, la que él vivió, de la que tanto aprendió y por la que pide sentido común entre todos los profesionales de la torería puesto que, ya está bien de manipulaciones, justamente las que él luchó, contra las que combatió y en las que resultó vencedor. Digamos que, una experiencia única la que quiere compartir con todos los toreros para, con sus palabras, darles fuerza y ánimos para seguir creyendo que, la verdad sigue siendo posible, es cuestión de ponerla en práctica.

Como explico, toda la problemática del toreo es analizada por este sabio de la palabra que, otrora, ejerció como un torero cabal, un lidiador auténtico y un tío con toda la barba. Y si él lo logró que, como ha confesado muchas veces, apenas era una gota en el océano. ¿Por qué el resto de los toreros se resisten a luchar por la victoria de su libertad? Es muy triste para el toreo cuando escuchamos la palabra de Esplá cuando alega que el torero, en la actualidad, no decide nada, sin duda, sinónimo del hambre que reina en dicho mundillo puesto que, salvo media docena de afortunados, el resto, como yo siempre sentencié, hambre y miseria.

Hablamos de un documento revelador que no nos duelen prendas ensalzarlo porque, en el periodismo, cuando un documento alcanza el relieve de la entrevista citada, todos debemos de ponerlos a la orden de tan magno personaje, sencillamente por las lecciones que nos aporta puesto, como diría el sabio, muriendo y aprendiendo, esta es la cuestión si e Luís Francisco Esplá platicamos.

Uno, en calidad de aficionado analiza las palabras de Esplá, sus acciones, sus impresiones y su forma de entender la vida que, cualquiera queda atrapado en sus garras; las de la cultura, el talento, el sentido común y, como en el caso que nos ocupa, de su exhausto análisis cuando habla de la figura de Joselito, el torero que murió en Talavera hace cien años, una muerte a la que Esplá analiza con su estudio razonado y clarividente de la figura de José Gómez Ortega que, por momentos, hasta tenemos la impresión de que ambos diestros compartieron mesa y mantel en la época del torero de Gélves. Bellísima la aportación de Esplá hacia tan legendario torero que, una vez más, hasta tenemos la impresión de que compartieron vida e ilusiones.

Nadie debe perderse el documento que citamos puesto que, no será tarea baladí para nadie, más bien, toda una lección que aprenderemos todos, yo el primero, razón de la expresión de mis sentimientos al respecto.