En los momentos en que hay elecciones siempre se hacen encuestas a pie de urna con la finalidad de adelantar a los votantes aquello de la insinuación sobre quién será el elegido en dichas urnas, algo muy normal en los tiempos que corremos.
Dicho lo cual, si pudiéramos hacer una encuesta entre los buenos aficionados al respecto de tal o cual torero, en este caso, sobre diestros que no han actuado en la pasada temporada y que, en la actual, arrastrando dos festejos que quedaron pendientes en la pasada campaña sobre la Gira de la Reconstrucción, el más deseado por todos sin necesidad de encuesta alguna no es otro que Diego Urdiales. Y si se votara entre los aficionados para discernir quién es el mejor, muchas figuras se llevarían una gran sorpresa al ver cómo el diestro riojano les pisaba los talones.
Cuando se habla de Diego Urdiales, su nombre nos hace evocar que estamos ante un torero genial, un hombre que, de la nada, siendo un jornalero de la vida antes de llegar al estrado que ocupa, poco a poco, cincelándose sobre sí mismo ha logrado su objetivo, ser un torero de culto. No ha sido figura ni lo será jamás, pero nada nos importa porque si nos ceñimos al término figura nos encontramos ante algo figurante y, Urdiales no es un figurante, más bien, un torero de toreros que como él sabe ya tiene su leyenda, la que entre todos le hemos construido dada su tremenda valía artística.
Sí se trata de hacer correr tinta como decían los revisteros de antaño, barrunto que Diego Urdiales se lleva la palma entre toda la torería actual. Pero todo viene debido a la excelencia de su arte porque nadie en el mundo sería capaz de ponderar las virtudes artísticas de torero alguno si éste no fuera inmensamente acreedor de las mismas, salvo que seas figura del toreo y tengas tus palmeros oficiales. Y Diego Urdiales, sin ese plebiscito de figura pero postulándose a sí mismo sin necesidad de botafumeiros al caso, es un torero de culto.
De Madrid hacia el norte, esa ha sido siempre la trayectoria de este torero singular; es decir, de plazas significativas en las que gustan del toreo eterno y, para mayor dicha, con la autenticidad del toro. Su gusto, sus maneras, sus formas, su sensibilidad frente a la cara del toro, han siempre las mejores armas que ha esgrimido este diestro tan singular como distinto; torero de un calado excepcional entre los aficionados; torero de faenas cumbres e inolvidables. Madrid, Bilbao, Logroño y otras plazas de relumbrón son los testigos excepcionales de todo lo que digo.
En esta ocasión, para el próximo domingo, Urdiales “debuta” en Andalucía, concretamente en Ubrique, una plaza de tercera pero que, gracias a las cámaras de la televisión, podríamos decir que Diego Urdiales, junto a sus compañeros, comparece ante La Monumental de España puesto que, todos los aficionados de este país anhelamos embelesarnos con su toreo. De Dios estará que un toro le colabore, algo que deseamos con inusitado anhelo.
Y enfatizo en la cuestión del toro porque los pupilos de Núñez del Cuvillo, ganadería de reconocido prestigio es la que echó por tierra todos los planes que tenía Rodolfo Rodríguez El Pana el día que se presentó en Madrid junto a Morante en la plaza de toros de Vistalegre. Cuidado con los toros de las figuras que, en ocasiones pueden dar un disgusto de época. Confiemos que en esta ocasión no sea el caso.
Pensemos en positivo, aferrémonos a todo lo logrado la pasada temporada en estos festejos televisados en que, Finito bordó el toreo haciéndonos soñar y Morenito a Aranda, sin ir más lejos, demostró una categoría infinita en calidad de artista del toreo. Eso deseamos para Diego Urdiales, que la suerte le sonría y que sus toros tengan dentro, en el peor de los casos, dos docenas de muletazos, los que bastan y sobran para que Urdiales se sienta identificado con su arte para que nos embriague a todos con el perfume de su muleta.
Como decía, Diego Urdiales lleva más de un año sin vestirse de luces y, por todo lo que he leído en este tiempo, el riojano ha hecho correr más tinta que todas las figuras del toreo juntos. Algo tendrá el agua cuando la bendicen y, sin duda alguna, Urdiales es un bendecido de Dios porque ese arte no se aprende en escuela alguna, o se nace o te quedas en el camino, como les ha ocurrido a decenas de sus coetáneos.