El mercantilismo de la salida a hombros es una estampa unida a las tardes de triunfo taurino…sin profundizar.

En el planeta de los toros, se llama costalero al ciudadano que carga al espada triunfador sobre sus hombros, al terminar un festejo taurino, para pasearlo por el ruedo mostrando los trofeos mientras el público le ovaciona o le da la espalda evacuando los tendidos. Acto seguido, el artista premiado sale de la plaza por la puerta grande, menos en Pamplona que sale por la del encierro, sin bajarse del porteador, hasta el furgón que le lleva  al hotel junto a su cuadrilla.

Hace muchas décadas, en algunos casos el torero era trasladado con transporte humano hasta el alojamiento o fonda escoltados de una multitud que coreaba al hombre de luces. En la mayoría de casos eran gentes del tendido o amigos, vecinos y admiradores si el torero era de la tierra. Recuerdo en el Puerto de Santa María una salida así de Palomo, turnando lo de a hombros con un deteriorado coche de caballos. Era mayo del 68 y  alternó el de Linares con el poderoso “Miguelín” y “Paquirri”. El lamentable espectáculo callejero, en tan bonito paisaje, fue para llevar a la cárcel al protagonista y al séquito.

En siglos pasados, a estos hombres que sacaban en volandas a los toreros triunfadores en las plazas se les conocía como “espontáneos”. De los años siguientes en adelante, que van “ajustados” por plazas y ferias, se les llamaba capitalistas con hiriente ironía, luego porteadores y hace muchos años costaleros.

La palabra costalero es un sevillanismo tomado de costal: un saco de tela ordinaria o arpillera para cargar semillas, harina, paja…y otras cosas. Se aplica el nombre, en Andalucía, Extremadura y media España para motejar a los que apechugan con las imágenes procesionales esencialmente en los días de Semana Santa que ahora se denomina Semana de Vacaciones de Primavera. Este año se ha cabreado quien sea y nos ha mandado la peste COVID19. Se jodieron la vacaciones, las ferias, los pasos y las tabernas ¡Y vamos camino de Navidad!

El costal, con algo relleno en el fondo- morcilla – se coloca en la cabeza y cae sobre la espalda. En él se apoya la trabajadera del paso que coincide en el cuello o séptima vértebra cervical, más o menos.

Antes usaban costal los cargadores del puerto que formando cuadrillas, con su mayoral al frente, estibaban pasos a sueldo como  hasta los años 70. Hoy, la mayoría de costaleros son voluntarios y se entrenan para lucirse en las “levantás”, “igualás”, “revirás” y otras maniobras en carreras o desfiles a las órdenes del capataz. Cuando hablan en Sevilla de históricos caporales recuerdan a El Fatiga.

Según dónde, a estos transportistas les llaman hermanos de carga, cargadores, portapasos, braceros…pero al toreo ha pasado lo de costaleros  y sin llevar costal sí suelen mostrar publicidad en sus camisetas cuando después de “al cielo con él” pasean al laureado por el ruedo.

La organización de toreros importantes suele tener un fijo o pareja que acude a todas sus actuaciones. No se pueden perder un éxito resonante sin la fotografía de la salida a hombros ya que a veces no hay “servicio” y los paisanos raramente se prestan a poner el hombro a no ser que se trate de un aborigen… ¡Y tampoco !.

Hay unos cuantos sirvientes que están en todas las ferias. Que no todas las faenas merezcan el mismo premio es ya tema de otro análisis. Unos atienden a zonas concretas y otros no son profesionales. En Bilbao, y “alrededores”, ha sido Juanito Astorqui el taxi humano. Fue novillero, banderillero, mozo “espás” y repartidor de publicidad. Buena gente. En los carteles era  Cocherito de Bilbao II. En casi todas las plazas modestas suele “adjudicarse” el oficio algún nativo..

En Haro, La Rioja, mientras hubo toros, José Ruiz Extremiana “El Feo” ha sido el porteador que nunca falló. Colaborador fiel y desinteresado con lo que favorezca a su pueblo y sus costumbres, en el apartado toros siempre estuvo dispuesto a repartir publicidad, ejercer de arenero, ayudar a los mulilleros y sacar a toreros, esencialmente modestos, a hombros. Por el año 2017, con 84 cumplidos, por votación le dedicó el pueblo de Haro una plaza en la calle san Bernardo: “Plaza El Feo”. Bien merecida la tiene. Haro, que siempre tuvo un sector ciudadano con querencia al postineo, agradece como cualquier ciudad, pueblo o aldea el coterráneo…que se apunta a ciertas tareas vulgares y necesarias. Los del “pisto” aportan nada y menos. Solo opinan o censuran.

A nivel nacional, hoy son populares Pedro “El Chino”, Curro Cano, El Maño…no hace tanto andaba en todo el circuito El Viti. Merecen ser recordados muchos y uno siempre se ha llevado bien con la mayoría. Famosos fueron hace un par de lustros Los Albertos, así los motejó el célebre José Luis Berrocal. El dúo lo formaban Enrique Luque, de Sevilla y Carlos Borrón de Jerez. Facilitaban el paso a los coches de cuadrillas, repartían publicidad…El irascible Abelardo era el titular en Sevilla, maqueado con terno y corbata. También lo vi en ocasiones por el norte y alguna plaza de Francia. Son cantidad los que se han hecho populares.

“El Sere”, considerado de Albacete y oriundo de Málaga, fue una institución. Ahí andaba el gaditano Eduardo Martínez y años de rodaje cuenta Enrique Prieto “El Mesías” o “El Maño”, euskaldún de nacencia y urbanita aragonés, que se inició con el maco pidiendo una oportunidad…sin muchas ganas de someterse a prueba.

En Estella, y alguna plaza navarra, los oficiales eran Salvador, también mozo de espadas, y “El Tripudo”, habilidoso toreando vaquillas. En Logroño Martín Monasterio, padre e hijo, y Paquito “Yagüe”, mozos de espadas, también cargaron en muchas ocasiones. Por las ferias andan Victorino y Pedro Gómez “El Chino”, “El sevillano Perrilla”, “El Cala” de Jerez, “Paquirri”, Alejandro, “El Andujano” a quien también se le conoce por “El Católico”, Curro Cano “El Espontáneo”, Eduardo “El Grandullón”….

En el toreo del último medio siglo, o un poco más, no todos los que han obtenido dos orejas han sido paseado a hombros y algunos lo han sido sin obtener trofeos. Recuerdo la primera tarde   triunfal de El Cid en Sevilla, tan cerca de su pueblo natal, que no hubo ni paisanos  ni costaleros para llevárselo. Y no se me puede olvidar que un modesto matador de toros navarro, Sergio Sánchez, desde sus inicios de becerrista hasta su retirada siempre tuvo a su admirador, paisano y amigo Santiago Chivite “El Peral” dispuesto al porte. Tampoco a Manolo “El Pinturas” su mozo de espadas, y antes a su padre, se les caían los anillos por colaborar.

Hace medio siglo y un poco más adelante se podían ver paisanos con traje de fiesta saltar al ruedo y sacar a hombros a su torero. No existían los costaleros de pago. Hoy, salvo a Diego Urdiales en Madrid, Bilbao…que saltan los paisanos como los almonteños la verja del Rocío…están mercantilizados los alzamientos.

Los puristas, de pan y tomate, suelen criticar que se comercialice el porte que acompaña la gloria a los toreros y contribuye a la publicidad. Todos los grandes de este mundo, desde los Papas hasta los Reyes, utilizaron bufones. Y la mayoría de los que critican estas estampas familiares tienen un historial bufonil al  servicio de los más diversos “`patronsitos” que suelen ser lo más lejano a la honestidad y la decencia cívica, mercantil o profesional.

Hubo un tiempo que florecieron guardianes y así como regeneracionistas de la fiesta de toros y su reglamento. Los estadistas o legisladores, me entienden, de corral tocaron el tema de la “salida a hombros” según, no cómo, las orejas cortadas. Como si eso influyera en la faena, el presidente, la peñas festeras, el tipo de faena y mil detalles más. Dice el añadido que para salir a hombros hay que cortar 2 orejas a un toro. Bien está. Puede darse el caso de un torero que se anuncia con seis toros y corta una oreja a cinco…o seis y se va a pie. Puede ocurrir que otro torea seis toros, le devuelven cinco al corral y le premian con dos orejas en el último y sale a hombros. Casos que no dejan de sorprender. Por escribir de algo junto al marrajo COVID19. Salud.

Pedro Mari Azofra