Desde mi retiro veraniego en Valdelagrana, Cádiz, cerca de la plaza del Puerto de la que hablaremos otro día, porque hay mucho que hablar y nada bueno. Lo dejamos para otra fecha.

Ayer vi por televisión el regreso de los toros a Gijón y mi disgusto es mayúsculo. Se programaba una corrida de toros mixta que según se veía en la pantalla parecía como media plaza. Según un aficionado allí presente me comenta que no más de 3.300 personas. Los precios elevadísimos, entre 90 y 50 euros un tendido. Ya es sabido que a las mixtas no va la gente y menos con un novillero.

Con respeto para el novillero. De momento no es ni aquel gran Litri, o Aparicio de los años 50 que llevaban más gente que las figuras del momento. Ni José Miguel Arroyo o el Juli por citar toreros más jóvenes. Hay que decir que a este novillero. Manuel Román, lo apodera la empresa de Gijón.

La presentación del ganado no pudo ser peor. Los de rejones chotos descaradamente desmochados, aunque el reglamento lo permite. El primero que no tendría que prestarse a eso es Pablo hermoso. Ha demostrado en su larga carrera ser uno de los más grandes. Ayer dio un paso atrás en su carrera. Peor para él.

Urdiales que es un torero grandioso pero, para su desgracia no congrega multitudes. Y ayer se volvió a demostrar. Se encontró con dos torillos impresentables, que por delante perfectamente valían para el rejoneador. Su primero, en el primer remate en tablas se les quedó los pobres pitones que ya tenía como dos brochas usadas. Y encima fue un borrico. Bueno hay algún borrico que cuando se cabrean embiste más. El segundo se tapaba con un pelín más de cara el pobre animalito. No permitieron al torero ni torear de capote, ni hacer un quite, y la suerte de varas brilló por su ausencia. Solo una última tanda al segundo despertó algún olé, eso fue todo.

El primer novillo gancho, chico, un becerro. No se conformaron con eso. Además le hicieron la bola. Tampoco colaboró y el novillero anduvo por allí. Su segundo es cierto que era bonito, bien hecho sí. ¿Y la cara?

La cara la de los comentaristas. Según ellos todo fantástico. Incluso dijeron que el empresario era de los más capacitados del momento como veedor de toros. Y se quedaron tan tranquilos.

No tenemos por qué dudarlo, no le conocemos. Los de ayer los vería otro.

Mucha palabrería de la señora alcaldesa. Mucho himno nacional que está muy bien.

Según la empresa ese es el mejor cartel que se pudo hacer, porque otros toreros de más tirón ya tenían el día hecho hace tiempo. Lo tendrían que haber pensado mejor. Era un día para el reventón y no lo hubo. ¿Y si lo hacen por la mañana? Y lo revientan y llenan la ciudad de aficionados.

Los dos mil antis que se congregaron llegados de todas partes igual se hubieran escondido. Porque son cobardes, pero se lo ponemos muy fácil.

Así lo vimos nosotros y todo el que viera el espectáculo que eso fue un espectáculo, bochornoso. Los antis estaban en la organización, no tiene otra explicación.

Por cierto y en el palco una señora que pertenece al consejo taurino de Madrid. ¿Qué consejos daría?

Rafael Ortega