José Antonio Martínez Uranga, ayer nos dijo adiós. Empresario y apoderado de categoría, hombre de sabiduría y señorío.

Supo darse  y dar la categoría que el toreo siempre tuvo.

Tan sólo hablé con usted una vez en los tiempos que fue empresario de Madrid y me recibió en su despacho con la educación y la cortesía de los buenos taurinos de antes que a diferencia de algunos de ahora ni reciben a los toreros modestos y ni tan siquiera los escuchan, una vez vi como un empresario de Madrid caminaba por la puerta del desolladero hacia el pasillo que da a la puerta de arrastre mientras un torero trataba de charlar con él y este no se dignaba a tan siquiera pararse y mirarle a la cara.

José Antonio, supo mantener y dar prestigio a las plazas de toros que regentó, y  dirigió la carrera de forma magistral de grandes toreros de diferentes décadas y épocas.

La comunidad de Madrid le hizo un justo homenaje a su trayectoria como empresario de Las Ventas  y en dicha plaza ya queda grabado y perpetuado con su nombre un azulejo en su recuerdo.

Los nuevos taurinos y empresarios deberían repasar y leer su trayectoria para tratar de reconducir el rumbo de tantas cosas que nunca se debieron perder, entre ellas la palabra, esa que para los empresarios y taurinos como usted tenía tanta validez como un contrato firmado.

Aleccionó y supo inculcar a su hijo Manuel las buenas formas y sabiduría de la que siempre se dijo que hizo gala.
Le deja usted una papeleta difícil, ya que dejó el listón del buen hacer muy alto y además le va a tocar lidiar con una época quizá más difícil en todos los aspectos que la suya.

Gracias por su gran aportación al mundo taurino.

Dios le tenga en gloria.

Julián Maestro, torero