Quien me iba a decir a mí que iba a empezar este 2023 escribiéndote mi humilde homenaje con motivo de tu inesperada partida.
Me tengo que remontar al invierno de 1973 que es cuando te conocí en la plazoleta de la casa de campo de Madrid, yo era un niño de nueve años que soñaba con ser torero, tú eras ya un experimentado novillero con picadores próximo a tomar la alternativa.
Fuiste uno de los primeros toreros que conocí, para mí eras como un semidiós, yo empezando y tú ya a un paso de ser matador de toros.
Recuerdo una gran faena tuya en Madrid a un novillo de Marín Marcos, estuviste cumbre, que manera de templar y ligar las embestidas de aquel novillo, gran faena de puerta grande que malograste por tu fallo con la espada y que no obstante no pasó para nadie inadvertida y que después de algún aviso el entendido público de Madrid, te obligó a dar la vuelta al ruedo. Recuerdo que aquella faena me emocionó tanto que le dije a mi padre que fuésemos al hotel donde te cambiabas para felicitarte y darte la enhorabuena.
Te vi torear varias veces de novillero en varias plazas, Madrid, La Roda, Toledo y yo aunque no sabía de qué iba esto había un halo en tu forma de torear y de estar en la plaza que me hechizaba.
Después de todo aquello tomaste la alternativa en tu tierra de Cuenca de manos del maestro Curro Girón y de testigo a «El Estudiante», la confirmaste un tiempo después teniendo de padrino al gran torero Sánchez Bejarano y de testigo a Ricardo de Fabra.
Estuviste luchando algún tiempo como matador de toros y como la suerte te era esquiva abandonaste la profesión de torero por poco espacio de tiempo.
Lo tuyo era ser para lo que naciste «torero» y rápido regresaste a los ruedos pero lo hiciste en calidad de banderillero, profesión que desarrollaste con gran profesionalidad y eficacia.
Cuando te hiciste banderillero, aquel niño que habías conocido unos cuantos años antes, era ya un mozalbete que estaba toreando con picadores, el destino nos volvió a juntar y viniste conmigo en mi cuadrilla alguna tarde, a mí también me pasó lo que a ti y a tantos y también acabé en las filas de los hombres que visten de plata y fue ahí donde nació y creció nuestra duradera amistad.
Hemos compartido muchas tardes de toros toreando los dos de compañeros en la misma cuadrilla, hemos viajado, hemos reído y pasado algún miedo juntos por esas plazas de Dios, el tiempo fortaleció nuestra amistad que ha durado hasta el último día de tu vida.
Naciste en Aliaguilla (Cuenca) y aunque luchaste por ser torero y viviste en Valencia y Bilbao, al final te decantaste por seguir tu lucha en Madrid, allí nos conocimos y el destino nos volvió a juntar en Móstoles donde ambos acabamos residiendo.
En este pueblo hemos entrenado muchos años, hemos compartido amistad hasta el final.
Tú siempre me diste buenos consejos y me tomaste gran aprecio.
Recuerdo la alegría tan grande que te llevaste cuando te dije que me había jubilado del toro.
Me llamaste antes de Navidad para felicitarte a mí y a mi familia las fiestas, quien me iba a decir que sería la última vez que hablaría contigo.
Quizás no quisiste llegar al año nuevo, tus razones tendrías, a tu familia alguna vez la comentaste que te gustaría irte a la eternidad durmiendo, tu deseo se te cumplió.
El día de noche vieja te despedimos, aún no me lo creo, yo te creía inmortal.
Amigo Vicente, donde quiera que estés acuérdate de tu Dori, de tu Miriam, de tu Mario, ayúdalos e ilumina su camino.
Como te quieren, como te han llorado.
Un abrazo de tu amigo Julián que siempre te recordará con cariño y amistad.
En recuerdo al torero Vicente Montes.
Julián Maestro, torero