El día 5 de mayo del presente año hizo 21 años de uno de los días más importantes de mi vida.

No digo de mí vida profesional, digo de toda «mi vida» en general y además vuelvo a escribir como dije en su día que si aquella tarde hubiera muerto, hubiera muerto feliz.

Habrá quien me tome a loco o a mentiroso, pero es verdad y juro por mis hijas que así lo sentí en aquel momento.

Fue un día tan deseado, tan disfrutado, tan esperado durante muchos años que lo saboreé, tanto el día que llegó que tampoco me hubiera importado que hubiera sido el último de mi vida.
Ahora en unas líneas posteriores iré desgranando todo para intentar que se me entienda lo que quiero expresar mediante mi ensayo.

Por supuesto que la vida siguió y sigue y ahora por supuesto que la disfruto de diferente manera y en la actualidad soy feliz con mi nueva vida al lado de mi mujer y familia, apartado del toro aunque no me olvide nunca de él, ahora le pido a Dios salud para seguir descubriendo otra vida diferente a la que viví, ahora estoy conociendo lugares que antes sólo visite, ahora descubro libros que antes ni me preocupe de su interesante existencia, ahora conozco más a la gente que siempre me quiso y no les presté el tiempo necesario porque el mundo del toro es muy absorbente y a veces mi obsesión por él no me dejó ver más allá, y más allá también hay vida, otra vida que tiene unos encantos que nunca exploré.

Pero voy a centrarme sobre todo en el tema de lo que hoy quiero escribir y volver a recordar, «La alternativa».

La alternativa es uno de los días más soñados cuando empiezas a querer ser torero.

El título de matador de toros (casi nada).

En México escuché por primera vez decir que ser matador de toros es llegar a ver a Dios y ser figura del toreo abrazarlo.
Tuve la suerte de ver a Dios aunque no de abrazarlo.

Para mí el día de la alternativa fue como un milagro, después una dilatada carrera como novillero y de haber dejado la espada y la muleta para comenzar una nueva etapa y estar ejerciendo mi profesión de banderillero durante 13 años, me costaba trabajo creer que el destino me concedería el privilegio de tomar la alternativa y ser matador de toros, sueño que siempre tuve desde que empecé a querer ser torero con nueve años.

Ya dije en su momento en varias entrevistas que se me hicieron que yo no hice eso por capricho o por ser matador de alternativa por un día, lo hice por varios motivos, el primero por darme la satisfacción de conseguir lo que muchos sueñan y no todos consiguen, el segundo por intentar probar fortuna por última vez y sobre todo porque creo que me lo debía a mí mismo.

Por ser matador de toros renuncié a una posición de cierta consideración como banderillero, renuncie a una estabilidad económica que en aquellos momentos me estaba dando mi profesión como subalterno.

De cara a muchos compañeros cometí una locura, dejé estabilidad por aventura, sé que muchos no lo entendían pero a mí me bastaba con entenderme yo.

Pasado el tiempo y visto desde la distancia de los años, reconozco que me aventuré a una historia difícil, casi imposible, lo tenía casi todo en contra, para la mayoría era un producto fuera de tiempo, gastado, casado con dos niñas, puede que fuera un insensato con mi mujer y mis niñas chiquititas, me ausente algún tiempo de vosotras, perdonarme mi locura pero fui feliz y supe decir hasta luego cuando lo tuve que hacer.

De benditas locuras a veces se compone este mundo tan material y los que cometimos a veces el pecado de dejarnos llevar por alguna locura fuimos más felices que el ser más cuerdo del mundo.

Para no ponerme cansino os resumo algunas cosas de mi alternativa.

Os diré para los que no lo sepáis que tomé la alternativa en Móstoles (Madrid) un 5 de mayo del año 2002.

También os diré que mi padrino de ceremonia fue Luis Miguel Encabo y el testigo, Alfonso Romero.

Los toros pertenecieron a la ganadería de «La Laguna»
El toro de mi ceremonia se llamaba «Chinchonero», dio un peso en la báscula de 465 kilos, era negro listón y estaba herrado con el número 55, les diré que lo toree a gusto, que le corte una oreja y que al sexto le corté otra, también les diré que el día estuvo muy gris y lluvioso, algunos me decían que mala suerte tuve con el día, yo les contestaba que llovió porque había Ángeles en el cielo que ese día me protegían y lloraban porque querían estar en la tierra y concretamente en la plaza.

También les contaré que el último toro me pegó un puntazo y me abrió la bolsa testicular por lo que no pude salir a hombros.
Les diré que antes de todo lo que sucedió aquel día en el ruedo, hubo muchos sudores y sacrificios, que también perdí 13 kilos a base de mucho esfuerzo.

Les diré también que lo volvería a hacer si volviera a nacer.
Aquel día fue el premio de mucha dedicación, fue el inicio de un futuro más incierto, fue lección presente y futura para mí.
Aquel día enfundado en aquel blanco y oro, fue el principio y el fin de muchas cosas, pero sobre todo fue uno de los mejores días de mi vida.

Gracias a todos los amigos que me vinisteis a ver ese día, gracias a los que ahora 21 años después seguís estando ahí, gracias a ti Marisol por aguantar mis momentos difíciles sin soltarme de tu mano, gracias a mis hijas que siempre respetan la tauromaquia que forma parte de la profesión que ejerció su padre, gracias a mi hermano Alfonso que ahora me tiene que aguantar todas las batallitas y aventuras en nuestras tardes de paseo, eres un tío grande,  gracias a mi hermana Isabel por quererme y leer mis testamentos como ella dice en plan de broma cuando la envío mis relatos y para finalizar y no por ello menos importante, gracias a todos los lectores del blog porque me animan a seguir escribiendo y gracias al toro y a la vida que tanto me aportaron y aportan.

Julián Maestro, torero.