GANADERÍAS CON HISTORIA EN LA FERIA DEL TORO DE PAMPLONA.

HOY, 11 DE JULIO: PABLO ROMERO

Los llamados «toros guapos» del campo bravo español no son, ni mucho menos, los más galardonados en Pamplona (tan solo en una ocasión fue premiada en los sanfermines, concretamente en los de 1975 con el trofeo «Feria del Toro» a la mejor corrida de ese año y que fue lidiada el 8 de julio por Paquirri, Ruiz Miguel y Julio Robles). Pero lo que no cabe duda alguna es que, condecoraciones aparte, los actuales toros de Partido de Resina cuentan con un historial envidiable en la Feria del Toro pamplonica. Y ya no es solamente su historia en los sanfermines, es que es su Historia, hablando de manera genérica. Porque ya ha llovido desde 1885, año en que don Felipe de Pablo-Romero adquiere a don Carlos Conradi parte de su ganadería, formada años atrás por don Rafael José Barbero con vacas de origen Jijón y sementales de origen Cabrera. Concretamente, 135 años han pasado desde que aquel primer Pablo Romero emprendiera su proyecto ganadero, un proyecto que casi siglo y medio después sigue despertando el más profundo de los respetos entre los aficionados más cabales. No es para menos, un hierro como este ha visto una gran parte de la Tauromaquia: desde la rivalidad entre los colosos apodados Lagartijo y Frascuelo hasta nuestros días, y entre medias Bombita, el Guerra, Machaquito, Pastor, José y Juan, Marcial «el más grande», Manolo Chicuelo y así hasta un larguísimo etcétera hasta llegar a la actualidad. Y entre medias, ganadería idolatrada en Pamplona, casi ná.

El nombre de Pablo Romero ya aparecía en los carteles de los sanfermines mucho antes de que se fundara la Feria del Toro, allá por 1959. Huelga decir, pues, que la idolatría de los pamploneses por estos toros viene de bien atrás, y quizás sea por ello que, con la creación de la Feria del Toro, el hierro de la herradura apareciera en sus carteles desde el primer momento. Y es que la primera Feria del Toro, en 1959, contó como no podía ser de otra forma con esta ganadería en su programación. La mañana del 10 de julio de 1959 corrieron por el casco viejo de Pamplona dirección a La Monumental, donde por la tarde fueron lidiados y estoqueados por Gregorio Sánchez, Luis Segura y Miguelín. Tres ferias seguidas más, las de 1960, 1961 y 1962, precedieron un parón de algunos años, viéndose interrumpido este el 7 de julio de 1970, festividad de San Fermin. Se puede decir que a partir de esa fecha se «institucionalizó» la corrida de Pablo Romero en los sanfermines, pues desde ese año de 1970 y hasta 1989 solo se ausentaron de Pamplona en dos ocasiones: 1980 y 1986. Comenzaron los años 90 y la ausencia de la ganadería en Pamplona empezaba a convertirse en algo habitual, si bien todavía le dio tiempo a lidiar en esa década dos años consecutivos: 1993 y 1994. Aquel año de 1994, concretamente en el día 10 de julio, por última vez se anunció en los carteles de la Feria del Toro ganado bravo a nombre de Pablo Romero. En 1997, tras más de un siglo en posesión de la misma familia, don Jaime de Pablo Romero vendió todo el legado a don José Luis Algora, quien pasó a denominar la ganadería como «Partido de Resina». Una única vez se lidió en Pamplona una corrida de toros a este nombre: el 9 de julio del 2000, año en que, definitivamente, los «toros guapos» hicieron aparición por última vez en Pamplona. En total, 25 comparecencias en la Feria del Toro, un número al alcance de pocas ganaderías.

En sus 25 apariciones desde aquella lejana primera Feria del Toro de 1959, muchas han sido los hitos y las historias en que se han visto envueltos. Ahí está, por ejemplo, la del 12 de julio de 1961: el primero toro hirió de gravedad a Paco Camino mientras toreaba de capa, y poco después a quien le había correspondido su lidia y muerte, Chamaco, cuando este le pasaba con la muleta. Así pues, el otrora componente de la terna, Diego Puerta, se quedó solo ante seis toros. Y salió del envite el sevillano llevándose dos orejas del 2° toro y dando una muy esforzada y bonita tarde de toros. Francamente buenas resultaron ser las corridas lidiadas en 1974 y 1975 (esta última, como ya se ha dicho antes, siendo premiada como la mejor de aquel año). La primera fue lidiada por un cartel modesto, conformado por José Luis Galloso, Paco Bautista (el único que se entendió con semejante corrida, pues cortó una oreja del 5° aun habiendo escuchado bronca en el 2°), y Bartolomé Sánchez «Simón». Y en la premiada, un año después, Julio Robles toreó con su buen estilo que tanto le caracterizaba, cortándole oreja, pero viviendo en el 6° la cruz de la moneda al escuchar los 3 avisos. Ruiz Miguel fue herido y Paquirri estuvo mal toda la tarde. Pero si de un acontecimiento protagonizado por esta ganadería no se olvida la afición de Pamplona, ese es el acontecido el 11 de julio de 1987, y tuvo como protagonista al célebre toro «Chivito», un marrajo lidiado en 2° lugar que causó el caos en el ruedo durante toda su lidia: dos veces saltó al callejón nada más salir al ruedo, y tras protagonizar un accidentadísimo tercio de varas en el que ambos picadores fueron desmontados en varias ocasiones (uno de ellos, Victoriano Cáneva, resultó incluso herido de gravedad con una cornada en el pulmón, rotura de diafragma y fractura de dos costillas), Luis Francisco Esplá, que fue a quien le tocó en (mala) suerte semejante animal, desistió de banderillearlo, causando con ello un fuerte conflicto entre las peñas y público del sol. Acabó como pudo Esplá con el mansazo, y tras aquellos acontecimientos que le causaron un fuerte disgusto al maestro de Alicante, este estuvo sin torear en Pamplona durante muchas temporadas (14, concretamente).

Los «pablorromeros» en la actualidad, renombrados como «Partido de Resina», sobreviven gracias a la titánica lucha que su actual propietario, don José Luis Algora, lleva realizando desde que la adquiriera en 1997. Un profundo bache atravesaba la ganadería cuando se produjeron estos hechos, y aunque no ha conseguido colocarlos en el lugar que por historia les corresponde, los aficionados a los toros valoran su esfuerzo y aún siguen confiando en sus resultados y reclamándolos en las ferias. Y, por supuesto, soñando por que algún día volvamos a verlos correr por la Estafeta y ser lidiados en La Monumental. ¿Por qué no?

Por Luís Cordón