En la antigua Roma se les atribuía con aquello del peso de la púrpura a gobernadores  y emperadores que tenían grandes compromisos y mejores retribuciones, de ahí que, en el toreo, como en cualquier área que queramos nombrar, al que manda y exige le atribuíamos la frase antes dicha. Claro que, como sabemos, en el toreo, las grandes retribuciones, respecto a los de la púrpura, están a la orden del día, lo de los grandes compromisos ya es otro cantar. A las pruebas me remito cuando vemos los toros que lidian los que más exigen.

Este año ha sido muy atípico en lo que a la temporada taurina se refiere pero, fijémonos en la parte positiva que, ésta, ha favorecido a las figuras del toreo que han tenido su actividad dentro de las plazas de toros, de forma muy concreta en Enrique Ponce que, como sabemos ha quedado líder del escalafón. La pandemia y los mil factores que han embrutecido a la sociedad española, sin pretenderlo, le ha hecho un “favor” a la fiesta de los toros porque, como decía en el enunciado, no ha habido lo que se denominaba el peso de la púrpura, es decir, la responsabilidad para todo el que manda en el toreo.

Al respecto de la congregación de los aficionados en los tendidos, este año nadie ha tenido que asumir dicha responsabilidad que, sin duda, ha favorecido a las figuras del toreo porque, como se sabe, no han sentido presión alguna por parte de los medios y mucho menos de los aficionados. Digamos que, ha sido una temporada muy cómoda para todos; seguro que nadie la deseaba pero, la vida es como es y no como nosotros quisiéramos que fuera, de ahí los resultados a los que aludimos.

Hablando de aficionados, me viene a la mente, entre otras ferias del pasado año, la de Bilbao en que, con todas las figuras del toreo en la capital vizcaína y, apenas media plaza en las tardes de mayor fulgor, es decir, donde asiste el público como claveleros y dispuesto para regalar orejas por doquier, es decir, a falsificar los triunfos como si fueran las pesetas de Negrín. Aquello me dejó muy triste; y, cuidado, que hablamos de Bilbao, la feria por antonomasia del norte de España. ¿Dónde estaba la afición bilbaína el pasado año? Y la pandemia todavía no había llegado.

Ya, metidos de lleno en este año que recordaremos por sus consecuencias fatales, lo cierto y verdad es que todo lo que se ha hecho respeto a los toros, con su mérito incluido, no ha responsabilizado a nadie de los que mandan en la fiesta, de ahí la comodidad en la que se han desenvuelto pero, cuidado que, lo sucedido apenas es un espejismo, lo que no queremos por nada del mundo es que, si España, un día vuelve a la normalidad, que todo vuelva a ser como antes. Insisto, ha sido una temporada muy cómoda para los mandones del toreo que, como se ha comprobado, no han tenido que someterse al más mínimo rigor.

Pero esta no es la fiesta que necesitamos; esto ha sido todo un simulacro para que, posiblemente, la llama no se extinguiera por completo pero, a fin de cuentas, poco hemos solucionado porque, entre otras cosas, las corridas organizadas por Movistar TV, las denominadas como gira de la reconstrucción, apenas han servido para rememorar la grandeza del toreo puesto que, todo ha quedado en meras parodias que, sin público, sin “toros” y sin exigencia alguna, repito, flaco favor le hemos hecho a la fiesta.

Eso sí, sin el peso de la púrpura de nadie hemos tenido la suerte de ver muchas corridas en distintos pueblos de España que han sido la admiración de todo el mundo; sin apenas público, como mandan las medida sanitarias, pero con unos toros tan hermosos que, en una temporada normal no los hubiésemos visto jamás. Todo no tenía que ser malo, por el amor de Dios.

Como siempre ha sucedido, incluso en este año miserable que hemos sufrido, las figuras siempre ha salido beneficiadas en la gira antes apuntada puesto que, en primer lugar, han lidiado los toritos a modo que se traían debajo del brazo y, en segunda instancia porque no ha habido exigencia por parte de nadie y, en honor a la verdad, los participantes de dichos eventos se lo han pasado en grande.

Roca Rey podría ser el hombre al que le atribuyésemos el peso de la púrpura pero, como se ha demostrado, este año no ha querido saber nada de los toros.