En la última tertulia que se celebró en Castellón tras el festejo que cerraba feria en el hotel Mindoro, allí acudió el diestro Jonathan Varea que cerraba festejo y feria; todo un detalle por parte del diestro para ponerse a disposición de los tertulianos y sin duda ante los aficionados que durante el festejo le habían aplaudido.

En aquel acto y en presencia del diestro, el presidente del Club Taurino de Castellón le daba la noticia al torero que, dicha institución había  declarado como triunfador de la feria  al torero castellonense, dígase, Jonathan Varea, una decisión muy aplaudida por los allí congregados puesto que, saber que se había premiado al torero de Almazora, era una hecho reconfortante para todos los aficionados de Castellón.

Todo discurría desde la más absoluta normalidad y, mi sorpresa no fue otra cuando el diestro le recriminó al presidente del Club Taurino porque éste le había llamado Jonathan; es decir, aquel señor le llamó por su nombre, algo que molestó muchísimo al torero de Almazora que, por dos veces consecutivas le recriminó diciéndole: Me llamo Varea, ahórrese lo del nombre.

Me parece muy bien que un torero defienda el nombre que se haya puesto en los carteles pero, hay que ser muy tonto para sentirse mal porque alguien le ha llamado por su nombre de pila. Y es justamente lo que este chico hizo ante los suyos que, vista su actitud, los allí presentes esbozaron una sonrisa y ahí quedó todo. Vale, bien, lo que tú digas.

De tal modo, para evitar males mayores, así asintió el presidente del Club Taurino ante el mal gesto de Varea que, en aquellos instantes apareció ante los suyos como si de un torero soberbio se tratare; vamos que, ni que fuera Luís Miguel Dominguín cuando levantó el dedo índice en Las Ventas declarándose como el número uno del toreo allá por los años cuarenta del pasado siglo. O sea que, un pobre hombre que está empezando y ya va de soberbio por la vida, su actitud no puede ser más deleznable. Lo analizo y no logro comprender nada; le molestó al diestro que le llamasen por su nombre. Cierto y verdad que su nombre no es para echar cohetes, pero de eso no tenemos los demás la culpa.

No quiero ser profeta de nada ni mucho menos de nadie pero, Varea debería saber que lo tiene todo muy crudo y, a su vez, ir de soberbio por la vida, en su caso, hasta de sobrado, me parece una acción que dice muy poco a su favor. La humildad tiene que ser el valor que defina a todos los grandes hombres y, en el caso de un chico que empieza ahora sus primeros pasos en el toreo, todavía debe ser más humilde que el primero que los haya.

No tiene malas maneras el chico en su condición de torero pero deberíamos de recordarle que como él los hay a montones y nadie repara en ellos. Estuvo digno en Castellón en medio del barrizal y la lluvia, nada que objetarle al respecto. Claro que, en vez de estar agradecido a los suyos que le declararon como el triunfador de la feria con permiso de Roca Rey, eso debería de haberle llenado de gratitud y, ante todo, haberla mostrado ante los suyos. Pero no, prefirió ridiculizar, valga la expresión, al presidente del Club Taurino haciéndole la objeción que le hizo sobre su nombre, antes que agradecer el gesto que con él tuvieron los suyos.

Mal empezamos, Varea. Ese no es camino. Confiemos que sepa rectificar este chico que, maneras no le faltan como torero; pero si le falta mucho mundo por recorrer en calidad de ser humano. Esas pequeñas acciones son las que definen a los individuos y, como quiera que nada se nos pasa por alto, esta es la apreciación que yo hago ante aquella actitud soberbia del chico que, para nada le favorecerá, señor VAREA.

Posiblemente, por su forma de ser, quizás ahí tenga el motivo por el cual el presidente del festejo le negó lo que para él era la segunda oreja de su primer enemigo. En la vida, todo influye, señor VAREA. Tome nota de sus actitudes para ir puliendo defectos.

Pla Ventura