Como sabemos, las corridas puntuales que ha toreado Diego Urdiales, para su desdicha, a estas alturas de la temporada no le habían embestido los toros. Es cierto que, el riojano ha participado en los mejores festines del toreo en cuanto a carteles se refiere pero, dentro del sorteo, la suerte le seguía siendo esquiva porque, pese a todo, las corridas de las figuras no siempre embisten y, para su infortunio, los toros inservibles caían en las manos de este singular diestro. Recordemos que, por muy artista que sea un torero, si el toro no colabora todo es imposible.

Decíamos que, ya era hora y la expresión nos sale del alma. Han tenido que pasar meses desde Sevilla hasta Azpeitia en que, en dicha plaza hemos visto la mejor versión de Diego Urdiales que, no deja de ser otra que arte puro al más alto nivel; no está mal que recordemos que, torear lo hacen muchos, crear arte eso ya es harina de otro costal. ¿Le va a servir en cuanto a contratos ese triunfo en dicha plaza? No creo. Pero sí le ha servido para llenarle de convicciones respecto a su propia persona porque, con tan mala suerte sobre sus espaldas, al final llega uno a creer que dejó de saber y no es cierto. Un toro de Ana Romero ha llenado de ilusión a Diego Urdiales mientras que, los aficionados, embelesados ante su obra le rendimos culto a su propio arte.

Me gustó el toro y, por supuesto, el torero. El animal tenía su picante, cosa lógica ante un toro de Santa Coloma pero, a su vez desprendía esa nobleza que permitió la sublimación del torero con su arte frente al aficionado. Derecha o izquierda, nada importa; pero todo quedó esculpido en el ruedo azpeitiano por obra y gracia de un torero singular, de un hombre que no torea lo que debiera que, muchas veces le suelen arrinconar, incluso en ferias que triunfó el año pasado, Bilbao es el ejemplo de lo que digo que, son ya dos años sin pisar la negra arena vizcaína. Por dicha razón le ha servido a Urdiales explicarnos otra lección bellísima de las que, para desdicha del aficionado no se suelen ver todos los días. Algo muy distinto es cuando toreas todos los días, caso de Luque, por ejemplo, si no sale hoy el toro saldrá mañana pero, torear de vez en cuando y que te acompañe la suerte en el sorteo sigue siendo complicado.

Imagino feliz al diestro mentado porque, como sabemos, es un torero de culto, un espejo donde deben de mirarse los que quieren ser toreros, incluso lo que torean todos los días porque, amigos, de la naturalidad, Urdiales, hizo un monumento al toreo. La pena, como digo es que no le den las oportunidades continuadas a este singular toreo que, como se sigue comprobando, nació para ser torero pero, de los auténticos; solo hace falta la colaboración del animal porque, en ese juego entre la vida y la muerte, si el toro se niega, milagros no caben en el toreo que, cualquiera podrá estar muy voluntarioso pero, lo que aspiramos todos es a contemplar la faena soñada, justamente la que nos mostró Diego Urdiales en Azpeitia.