Si los triunfos grandes sirven para algo, ha quedado muy claro que, Borja Jiménez, tras su apoteósico triunfo en Madrid ya tiene el certificado para poder funcionar por esas plazas de Dios gracias a sus incontestables galardones y, como aval más sólido, el que consiguió días pasados en la feria de otoño de Madrid. Digamos que, hace muy poquitos años, un torero que llevara a cabo la hazaña que protagonizó en Las Ventas Borja Jiménez, era el salvaconducto más que suficiente para estar en todas las ferias de España y Francia.
Claro que, dado el sistema actual, al respecto del diestro de Espartinas, nos atenazan las dudas y surge la gran pregunta, ¿valdrá de algo este éxito de clamor de cara al año venidero? Y la pregunta no tiene sentido baladí porque, desdichadamente, sabemos por qué lo preguntamos. Es cierto que, como diría el maestro Antonio Lorca, hay puertas grandes de Madrid que mueren en la boca del metro mientras que, otras, muy poquitas, prevalecen en el corazón de los aficionados, es el caso de Borja Jiménez que, con su autoridad en el ruedo así nos lo mostró.
Sin lugar a dudas, la tarjeta de visita que esgrimió el diestro aludido en la capital de España no era ninguna broma; como tampoco lo fueron los toros que lidió, algo muy a tener en cuenta. Como sabemos, en muchas ocasiones, un toro de carril le ha dado por embestir y el diestro afortunado lo ha toreado mejor o peor y, tras una fulminante estocada ha llegado el éxito pero, ¿ha dejado eso huella en los aficionados? Más bien que no. Y apoteosis como la citada hemos visto muchas, es el caso de López Simón que salió cinco veces por la puerta grande de Madrid y, en la actualidad, nadie se acuerda de dicho diestro. Sin duda, lo peor que le puede pasar a un torero, pese al triunfo del instante, es no dejar la más mínima huella en el corazón de nadie.
Todos queremos confiar en la imparcialidad de las empresas a la hora de repartir justicia con aquellos que la merecen y, Borjita, como le dicen sus allegados, es merecedor de todas las oportunidades posibles, justamente, las que se ha ganado con su valor, torería, arrestos frente al toro y, sin duda, su desprecio a la vida por aquello de habérsela jugado a sabiendas de que lo estaba haciendo. Hemos tenido la fortuna de verle este año en varias de sus actuaciones y, nos encontramos ante un chaval muy lúcido, sabedor de lo que lleva entre manos para dejar atrás ocho años de puro cautiverio y desprecio por parte de las empresas. Si necesitaban los organizadores el último aval, o quizás el primero, ya lo tienen en sus agendas porque el triunfo del muchacho en Madrid no ha sido ninguna broma.
Para mí, el gran valor del diestro que aludimos no es otro que haberse jugado la vida de verdad, frente al toro encastado y fiero, algo que ha hecho prácticamente en todas las corridas en las que ha actuado y, señores, ver a un torero en una plaza de toros y constatar que su vida corre un serio peligro y que, además, es capaz de triunfar, eso es de admirar. Toreritos que se ponen bellos frente al animalito indefenso los tenemos a montones; ahora bien, toreros auténticos que consiguen su propósito que no es otro que triunfar y lo hacen frente al toro que entusiasma a los aficionados, Madrid es la prueba de lo que digo con los toros de Victorino Martín en que, Borja Jiménez, mató tres toros y les cortó una oreja a cada uno. ¿Cabe dicha mayor? Barrunto que no.