Llegadas estas fechas comprobamos, como cada año, cómo la sociedad enloquece por completo ante el anuncio de las rebajas de todo tipo. Al respecto, de verdad, sigo sin entender nada; no comprendo la actitud de las gentes que, poseídas por el diablo, son capaces de entrar al “trapo” de lo que la televisión y grandes empresas decidan y, como si fueran votantes del PSOE ingresan en la cofradía de los estúpidos para certificar que vivimos en un mundo de locos donde, por ende, la cordura hace años que la perdimos en todos los sentidos.
El hecho de ver como en los grandes almacenes la gente se pega por entrar, incluso hacen colas kilométricas para tratar de llegar los primeros, eso le quita el humor a cualquiera porque, en realidad, ¿dónde está el chollo que estás comprando si aquello que estás adquiriendo no te hace falta para nada? Ante las rebajas, las mismas certifican que nuestra sociedad o gran parte de ella, está enferma. Son los llamados compradores compulsivos los que propician esta locura sin límites que, por supuesto, agradecen las grandes empresas.
A este respecto, como en cada asunto importante de la vida, el maestro Facundo Cabral siempre tenía preparado un axioma que, en pocas palabras lo revelaba todo y, sobre este asunto nos decía a diario: Escapa de los que compran lo que no necesitan, con dinero que no tienen para agradar agente que no merece la pena. Si profundizamos ante la magnitud de la frase expuesta, muy pronto comprenderemos y certificaremos aquello de la enfermedad que sufre nuestra sociedad ante este aspecto y, sin duda, ante miles de situaciones que, propiciadas todas por intereses comerciales, las grandes empresas, sabedores de nuestras carencias nos incitan a la compra estúpida e innecesaria de la que, al diga siguiente nos arrepentimos de ello, pero, el mal ya está hecho.
Claro que, si de rebajas hablamos habría mucho que discutir al respecto. ¿Entiende alguien que un producto que hoy vale un determinado precio, mañana, por lo de las rebajas, valga un 60% menos que su precio normal? Qué ocurre, por ejemplo, ¿acaso ayer nos estaban robando o en este día de rebajas nos quieren hacer ver que pierden dinero? Son las estrategias de mercado que nadie entiende -nadie que no profundice- pero que tan buenos resultados les dan a las grandes empresas que, no contentos con haber exterminado a todas las tiendas de barrio de todas las ciudades, ahora quieren que en el mes de enero la gente vaya mendigando por las esquinas para llegar a final de mes puesto que, el presupuesto que tenían se lo han dejado en las tiendas antes del día quince.
Como se comprueba, soy de los pocos que no entra al trapo de ningún asunto tan baladí como el citado porque, desde siempre, mi hambre me la he administrado yo sin la ayuda de nadie. Es decir, no acudo a esas manifestaciones borreguiles porque lo ha dicho El Corte Inglés u otras tiendas de análoga similitud. Compro, como hice siempre, aquello que necesito que, en honor a la verdad cada día necesito menos, haciendo buena aquella máxima que nos dice que, rico no es el que tiene más, sino el que menos necesita y, en mi caso, como el de otras muchas personas, el paso de los años nos ha demostrado que, en definitiva, todo nos sobra, lo que viene a certificar que soy rico de verdad; primero porque necesito poco y, acto seguido, porque me sobra capacidad para discernir lo que está bien y lo que está provocado por los listos de turno para, de forma hábil quitarles la cartera a todos los bobos de este país que, llegado enero se multiplican como las panes y los peces.